Las redes sociales se han convertido en herramientas cruciales para el tráfico de drogas, facilitando el acceso a sustancias ilegales de una manera sin precedentes. Este fenómeno, impulsado por la inmediatez y el alcance global de plataformas como Instagram, Snapchat, Telegram y WhatsApp, está desafiando tanto a las autoridades como a las propias empresas tecnológicas. El Informe Mundial sobre Drogas 2024 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) ha destacado cómo el uso del comercio en línea ha desplazado parte de las transacciones que anteriormente se realizaban en la dark web. Aunque el número total de operaciones en la dark web ha disminuido, el valor promedio de dichas transacciones ha aumentado, reflejando un cambio hacia un mercado digital que es más accesible, pero igualmente peligroso.
La información cualitativa proporcionada por los usuarios sugiere que estas compras han ido en aumento, especialmente a nivel minorista, según señala el informe. Esto evidencia que los traficantes han encontrado en el ámbito digital una vía para eludir controles y llegar directamente a los consumidores, sin intermediarios ni riesgos físicos.
El lenguaje oculto del narcotráfico en línea
Una de las estrategias efectivas que utilizan los traficantes para operar es el uso de un lenguaje codificado mediante emojis, lo que permite a los compradores comunicarse sin levantar sospechas de los algoritmos de moderación. Según expertos, cada emoji tiene un significado específico relacionado con sustancias ilegales. Por ejemplo, los copos de nieve y los muñecos son utilizados para simbolizar la cocaína, mientras que el MDMA o molly se representa mediante corazones. Los rayos pueden simbolizar cápsulas o pastillas, mientras que la heroína se identifica con dragones de color marrón. En el caso del jarabe para la tos que contiene codeína, las señas incluyen uvas y biberones. Finalmente, la hoja de arce actúa como un símbolo universal.
Acceso a sustancias y el impacto en los jóvenes
Una vez que este sistema se ha sofisticado, se han eliminado muchas de las barreras tradicionales. Los consumidores ya no necesitan acudir a puntos de venta físicos ni navegar por complejas redes; en su lugar, a través de un mensaje directo, pueden adquirir sustancias que llegan a sus domicilios. Esta nueva modalidad ha permitido que un mayor número de adolescentes acceda a sustancias ilegales. En países como Estados Unidos, Irlanda y España, se estima que hasta un 20% de las compras de estupefacientes entre jóvenes se organizan a través de redes sociales.
Adam Winstock, psiquiatra británico y fundador de la Encuesta Global sobre Drogas, explicó: “Estamos viendo una mercantilización sofisticada de los mercados disponibles. La generación actual está totalmente acostumbrada a obtener todo en línea. Es conveniente y hay menos posibilidades de violencia”.
El fentanilo, un opioide 50 veces más potente que la heroína, es un claro ejemplo del peligro que representan estas plataformas. Muchas de las sustancias vendidas están contaminadas con este químico, lo que ha provocado una epidemia de sobredosis en todo el mundo.
Desafíos para las empresas tecnológicas
Las empresas tecnológicas, como Meta, que controla Instagram y Facebook, han intentado frenar esta problemática eliminando millones de publicaciones relacionadas con drogas. En 2023, bloquearon 9.3 millones de posteos, mientras que Snapchat reportó la eliminación de 240,000 casos en seis meses. A pesar de estos esfuerzos, los resultados no han sido los esperados.
Ashly Fuller, investigadora de University College London, señaló a Wired: “Las empresas están bajo presión creciente para erradicar estos espacios”. Sin embargo, los métodos utilizados para detectar este tipo de contenido no siempre son precisos y, en ocasiones, terminan bloqueando cuentas legítimas de organizaciones que promueven la reducción de daños, lo que impacta a grupos vulnerables.
Un estudio que será publicado próximamente y que fue compartido exclusivamente con Wired, reveló que el 60% de los jóvenes de entre 13 y 18 años estuvieron expuestos a TikTok, y que esta plataforma no solo normaliza el consumo de drogas, sino que también aumenta significativamente la probabilidad de compra.
En respuesta a esta problemática, se ha señalado como prioritarias la implementación de avances tecnológicos para la detección de contenidos y el desarrollo de campañas educativas enfocadas en los jóvenes. La cooperación internacional también emerge como un factor clave, tanto para el rastreo y penalización como para la creación de marcos regulatorios que permitan un enfoque coordinado.