En una medida inexplicable, la máxima entidad del balompié sudamericano decidió suspender la semifinal de ida por Copa Sudamericana entre Coquimbo Unido y Defensa y Justicia. Una serie de medidas arbitrarias en desmedro del elenco chileno nos hacen ver que las malas prácticas dirigenciales en esta parte del continente jamás se han extinguido.
Son muchas las historias y mitos que giran en torno al fútbol sudamericano en cuanto a maniobras para alterar resultados, favorecer a ciertos equipos o países o negociar en pasillos beneficios monetarios y deportivos. A esta altura del siglo XXI, en plena época del VAR y de las redes sociales, se pensaban extinguidas esas cuestionables formas de sacar ventaja pero, lo ocurrido esta semana, en especial la jornada de hoy, en perjuicio de Coquimbo Unido nos hace confirmar que nada de lo antes mencionado ha cambiado.
Una serie de medidas inexplicables y que han favorecido al club argentino Defensa y Justicia, de cara a las llaves de semifinales de la Copa Sudamericana, nos permite sacar conclusiones que van en dirección a establecer que ha habido una confabulación premeditada para sacar de carrera al conjunto “pirata”.
Primero, su cambio de ciudad. A pesar de existir un riguroso protocolo frente a casos de Covid 19 en delegaciones deportivas, la Conmebol decidió, a través de una carta, trasladar el partido que se iba a disputar en el estadio Francisco Sánchez Rumoroso al Estadio Nacional en Santiago, argumentando que, para garantizar medidas sanitarias, lo más conveniente era no jugar en la cuarta región. Este sorpresivo anuncio se realizó a última hora, sin conversar con los involucrados ni buscar alternativas de mantener la localía de Coquimbo en su recinto.
La ANFP, con una desidia desconcertante, brilló por su ausencia a la hora de defender los intereses del elenco chileno. Comunicacionalmente errático, sin fuerza en su discurso ni manejo diplomático para revertir la situación, Pablo Milad no estuvo a la altura de su cargo y dejó que, tanto la Conmebol como la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) hicieran lo que quisieran para desplazar el partido.
Y lo peor viene después, ya que la Seremi de Salud Metropolitana denunció que Defensa y Justicia llegó al país con tres casos positivos de coronavirus, dejando en entredicho la realización del encuentro.
Como lo mencionamos anteriormente, el reglamento es claro frente a casos de covid en equipos de fútbol, estableciendo que los clubes que presenten este problema sí o sí deben presentarse a jugar, independiente si cuentan o no con la capacidad de futbolistas para afrontar la contienda. De no concurrir, se confirma como ganador al equipo rival con un marcador global de 3 a 0.
Claramente, Conmebol y AFA jamás tuvieron contemplado aceptar esa regla y como corolario, deciden suspender el match sin aviso alguno a Coquimbo y anunciando que esta semifinal se deberá disputar en cancha neutral en Asunción, Paraguay.
La pregunta centra es ¿Cuáles son las reales intenciones de la Conmebol frente a esta serie de abusos contra Coquimbo Unido? Si esta misma situación fuese en desmedro de un equipo de Brasil o Argentina, claramente las medidas tomadas no serían las mismas.
Hay un evidente abuso de poder en este caso, hay una clara intención de perjudicar a un equipo chico de Chile para sacar ventajas deportivas y sobre todo, hay un claro propósito de instalar al elenco argentino en la gran final de la Copa Sudamericana.
Lamentablemente, el cuadro nortino está huérfano frente a este incómodo caso. La ANFP no ha estado a la altura de las circunstancias y se duda que lo esté. Las mañas y corrupción no se han ido del fútbol latinoamericano. Lo de hoy es un ejemplo contrario de lo que el difunto Diego Maradona dijo una vez: “La pelota no se mancha”.