Concepción: la histórica lucha contra el centralismo que marcó la independencia de Chile

Concepción: historia de resistencia y lucha contra el centralismo santiaguino.
Concepción: historia de resistencia y lucha contra el centralismo santiaguino.

En la historia de Chile, pocas ciudades han desarrollado una narrativa tan rica y desafiante frente a Santiago como Concepción. A lo largo de los años, la ciudad penquista no solo ha sido un símbolo de resistencia y cultura, sino que también ha protagonizado una lucha constante contra el centralismo. En una conversación con BioBioChile, el historiador y académico de la Universidad Finis Terrae, Joaquín Fernández, recordó los momentos en que la capital de la región del Biobío se levantó contra Santiago con el objetivo de buscar una mayor descentralización política.

Concepción y La Serena vs. Bernardo O’Higgins

Durante los inicios del periodo de emancipación, conocido como la Patria Vieja (1810-1814), las tensiones entre Santiago y Concepción eran evidentes. La representación política se convirtió en la principal diferencia entre estas dos provincias, lo que llevó a que incluso se levantaran en armas en años posteriores. Los conflictos más significativos que involucraron el uso de la violencia por parte de las fuerzas militares de ambas ciudades fueron tres. El primer enfrentamiento ocurrió en 1823, cuando el General Ramón Freire y el Ejército de Concepción, con el apoyo de La Serena, se alzaron contra el mandato de Bernardo O’Higgins.

Fernández explica que “cuando se produce este levantamiento, hay que considerar que Freire había sido un hombre de confianza para O’Higgins, pero el carácter autoritario que estaba tomando su gobierno, los problemas vinculados a la carga tributaria y los proyectos constitucionales generaron mucha molestia por el centralismo y autoritarismo que imperaba”. Según el historiador, la visión de O’Higgins, que se centraba únicamente en la capital del país, propició una alianza entre Concepción y La Serena, que eran las ciudades más reticentes a las políticas del líder de la época.

Es importante señalar que las guerras de independencia que continuaban en gran parte de Chile afectaron severamente a la zona sur del país, sumiéndola en problemas económicos. “El ejército de Freire llegó hasta Santiago. Una situación que fue el factor fundamental para obligar a O’Higgins a abdicar, abriendo paso a un nuevo periodo mucho más abierto políticamente. En este caso, no llegó a haber grandes batallas, pero sí fue el primer gran golpe de Concepción contra el centralismo”, detalla Fernández.

La batalla de Lircay

Antes de abordar el segundo gran enfrentamiento de Concepción contra la capital, Fernández enfatiza la relevancia de la ciudad penquista en esos años. A pesar de su importancia histórica, en esta época su valor político era fundamental. “Así como Santiago era la capital política del país y el eje Santiago-Valparaíso cumplía la función de capital económica, Concepción era considerada en la época como una suerte de capital militar. Más allá del Biobío, se encontraba la Frontera, que era territorio que, en la práctica, era dominado por los mapuches y, por lo mismo, tanto Concepción como los pueblos cercanos a esta, tenían una fuerte presencia militar, siendo un ejército muy poderoso”, puntualiza el académico.

Según el historiador, quien controlara el Ejército de Concepción poseía un poder político enorme en un tiempo donde se recurría a las armas para resolver conflictos. “No es de extrañar que los jefes de Estado durante el periodo de Independencia hasta 1851, en su gran mayoría, hayan sido de Concepción o hayan ejercido funciones militares importantes en esta ciudad. Debido a este dominio militar, existía una élite local tan poderosa que ejercía una función directora a nivel nacional”, señala Fernández.

Durante la guerra civil de 1829 y 1830, el General Joaquín Prieto y el Ejército de Concepción, junto a sectores conservadores, se levantaron contra el régimen liberal que imperaba en Santiago, lo que derivó en enfrentamientos sangrientos en la zona de Ochagavía y, posteriormente, en la Batalla de Lircay, donde las fuerzas penquistas se impusieron sobre las tropas liberales dirigidas por Ramón Freire. Fernández señala que la derrota de Freire “da paso al periodo que se conoce como República Conservadora”, caracterizado por la hegemonía del Partido Conservador, cuyos adherentes eran conocidos como “pelucones”. Sin embargo, esta victoria del ejército penquista fue momentánea, ya que se promulgó la Constitución de 1833, que era “muy centralista y quitaba mucho poder a las localidades, incluso a las que eran importantes y tenían fuerza política, como Concepción”.

El levantamiento de José María de la Cruz en 1851

Uno de los levantamientos más significativos ocurrió en 1851, cuando José María de la Cruz, un candidato presidencial penquista y abiertamente conservador, se alzó en armas contra Santiago, apoyado por el Ejército de Concepción y La Serena, así como por grupos mapuches con los que había hecho alianzas. “Su padre había sido un colaborador muy cercano a O’Higgins y De La Cruz había peleado en las guerras de independencia. Posteriormente, tuvo un rol destacado en la guerra civil de 1829-1830. También tenía parentescos con José Joaquín Prieto y con Manuel Bulnes. Su candidatura se veía como una continuidad de la élite militar de Concepción. Sin embargo, al existir una fuerte intervención electoral en esta época, el gobierno exterioriza su apoyo a Manuel Montt, quien se transformaría en el primer presidente civil que no era penquista”, describe Fernández.

A pesar de obtener un gran número de votos en su ciudad natal y en La Serena, De La Cruz perdió las elecciones y las declaró viciadas, levantándose en armas contra la capital. El historiador aclara que “es importante entender que este levantamiento no era liberal, sino más bien representaba los intereses regionales de la élite militar de Concepción, que luego sí logró el apoyo de los liberales”. La paradoja de este enfrentamiento radicaba en que quien se oponía a De La Cruz era su propio primo, Manuel Bulnes Prieto, quien dirigía el ejército regular chileno.

Finalmente, se encontraron en la Batalla de Loncomilla en San Javier, donde, tras un enfrentamiento sangriento, los rebeldes quedaron en una situación muy débil y firmaron el Tratado de Purapel, el cual no sería respetado por Montt posteriormente. Durante este conflicto, también se produjeron otros acontecimientos significativos, como el alzamiento de La Serena como comuna revolucionaria y el levantamiento de guerrillas rurales en el Valle Central. Fernández concluye que “en esta época, la posibilidad de originar una guerra como instrumento para definir los problemas políticos no era algo inusual. Tampoco era extraño que estas guerras se produjeran como denuncia a la intervención electoral, ya que existía una deslegitimación de las elecciones, y como alternativa a estos supuestos fraudes electorales, se producían levantamientos armados.”