Si en “tiempos normales” ya era difícil ser mamá y trabajadora, la pandemia le agregó 10 escalones más de complejidad. De un día para otro muchas madres se vieron sin jardines, colegios y after school al cual acudir para poder completar una jornada laboral.
Las que siguieron trabajando de forma presencial tuvieron que buscar en pocos días dónde dejar a sus hijos. Las que se fueron con teletrabajo debieron transformarse en madre, trabajadora, profesora y psicóloga, al mismo tiempo que se encargaban de la casa.
Cecilia Saquel es una mujer que ha vivido en primera persona ambas realidades. Primero con su experiencia como madre trabajadora que prácticamente no veía a sus hijos por su larga jornada laboral y después como directora de My Magic Home, un after school que vio la angustia que enfrentaron muchas madres con la llegada de la pandemia. Esta es su historia.
En Chile la jornada laboral es de 45 horas semanales. Sin embargo, por las horas de desplazamiento -entre el ir y venir del trabajo- una mujer puede llegar a estar hasta 12 horas fuera de su hogar.
Este era el caso de Cecilia, quien trabajó como ingeniera civil industrial hasta el año 2014, cuando decidió renunciar para formar un after school, una empresa que le permitía seguir activa profesionalmente, pero también presente en la crianza de sus hijos.
“Tener hijos no fue una casualidad, así que no me hizo sentido no ver a mis hijos. Así que dije, ‘me gusta mi trabajo, estudié para esto, es un buen trabajo, pero no puedo seguir así, porque no quiero esto para mi vida y tampoco es lo que quiero para mis hijos’”, confiesa.
Para formar el after se hizo asesorar por psicólogos, psicopedagogos y otros profesionales que la ayudaron a poner en marcha su negocio en material legal y pedagógica. Sin embargo, respecto a qué es lo que quería lograr no tuvo dudas.
“Puse encima todas las necesidades que tiene una mamá trabajadora, porque las conocía al revés y al derecho, porque eras mis necesidades. Tenía clarísimo las necesidades que tenía que satisfacer”, expresó.
Así nació “My Magic Home”, un after school ubicado en Peñalolén en donde Cecilia ejerce como directora y además como madre y cuidadora de sus dos hijos de siete y 10 años.
A nivel mundial, los after surgieron para que las madres trabajadoras tuvieran donde dejar a sus hijos después del colegio. Sin embargo, no son sólo un lugar que cuida de los menores, sino que también uno que los ayuda con las tareas y a recrearse después de una jornada escolar.
Esta era precisamente la misión de la empresa de Cecilia, cuidar, enseñar, entretener y contener a cerca de 50 niños para que madres pudieran trabajar tranquilas.
“(A los padres) les genera una angustia y -sobre todo a las mujeres- un nivel de culpabilidad tremenda por no poder estar con los hijos. Somos una sociedad, en lo femenino, castigadora. Nos sentimos mal porque estamos sin ellos, nos sentimos mal porque no le damos la atención que necesitan, la cantidad y calidad de tiempo”, asegura.
Es por eso que Cecilia considera esencial darla paz a la madres, para que trabajen tranquilas. “Dejar a tu hijo en un lugar, la angustia de dejarlo ahí, el sentimiento de culpabilidad, el castigo que te impones como mujer por dejarlo y más encima no tener seguridad de que está en un buen lugar, mal. Se sienten muy mal, la angustia es altísima”.
“My Magic Home” brindaba precisamente ese servicio. Les daba a las madres la tranquilidad de que sus hijos estarían como en su segundo hogar, bien cuidados y contenidos. Eso, hasta el 18 de marzo, día en que Cecilia se vio obligada a cerrar por la pandemia.
El no tener un lugar donde dejar a sus hijos ha hecho que muchas mujeres sean expulsadas de la fuerza laboral. Así lo evidenció la Organización Mundial del Trabajo, quien señaló que en el segundo semestre del 2020, en Latino América la desocupación femenina pasó de 66 a 83 millones.
A nivel nacional la realidad no es muy diferente. Según un estudio realizado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica, la tasa de desocupación femenina, que se encontraba en 8% en 2019, tuvo un crecimiento abrupto hacia 2020, llegando a 10,3%, lo que refleja un aumento de 18.000 mujeres desocupadas.
¿A qué se debe este incremento? Principalmente a que tuvieron que optar por el cuidado de los hijos, lo que tiene sentido si consideramos que una encuesta del mismo organismo reveló que el 57% de los hombres dijo dedicar cero horas semanales al cuidado de menores y un 71% declaró no dedicar horas al acompañamiento en tareas escolares.
“(Las madres) estaban muy presionadas en el trabajo, tenían que ayudar a los niños en el colegio y no tenían una red de apoyo… Yo a las mujeres las vi muy sobrepasadas, muy cansadas, agotadas, con una carga de estrés y de trabajo muy grande”, declara Cecilia, sin dejar de reconocer que hubo algunas que lo supieron llevar bien.
Si bien a nivel de políticas públicas se han entregado apoyos como el Subsidio Protege o la extensión del post natal, en la parte emocional y psicológica no se ha hecho nada.
Y es que no sólo el estrés y la angustia se incrementó en las madres durante la pandemia, también la culpa por no poder estar cumpliendo el 100 por ciento con todos los deberes, por no enviar las tareas en los tiempos que corresponde, por tener la casa desordenada, por optar por la comida rápida ante la falta de tiempo para cocinar o por participar en reuniones de trabajo con toda una orquesta de llantos y gritos de fondo.
En medio de la pandemia el after school “My Magic Home” comenzó a realizar talleres online que les permitía a los niños aprender de forma lúdica y desconectarse un momento de la realidad. Pero también les daba a las madres un tiempo para que pudieran trabajar tranquilas y las ayudaba con las tareas de los niños.
“Vi a las madres muy agotadas, extremadamente agotadas. Yo creo que toda esta pandemia va a afectar o está afectando a la mujer en muchos ámbitos”.
Según datos de la Subsecretaría de Evaluación Social, el 73,4% de esos hogares liderados por mujeres son monoparentales, es decir, hay una madre soltera o separada a cargo. Esto se traduce en cerca de 1,3 millones de hogares monoparentales y con jefatura femenina, que básicamente han enfrentado la crianza en pandemia, solas.
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