Los suaves murmullos y arrullos de un bebé pueden ser música para los oídos de un padre cariñoso, pero estos sonidos también son indicativos de un desarrollo importante en su capacidad de hablar. Investigadores han encontrado que estas vocalizaciones están trabajando en conjunto con el desarrollo del habla, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Vocalizaciones y ritmo cardíaco
Los primeros intentos de los bebés por formar palabras están directamente relacionados con el ritmo de su frecuencia cardíaca. El investigador principal, Jeremy Borjon, profesor asistente de psicología en la universidad, explicó que “resulta que los bebés eran propensos a hacer una vocalización cuando la fluctuación de la frecuencia cardíaca había alcanzado un pico local (máximo) o un valle (mínimo)”.
Metodología del estudio
En este estudio, se midieron aproximadamente 2,700 vocalizaciones emitidas por 34 bebés de entre 18 y 27 meses de edad mientras jugaban con un cuidador. Generalmente, este grupo aún no era capaz de hablar de manera completa. De hecho, solo alrededor del 10% de las vocalizaciones pudieron identificarse de manera confiable como palabras, lo que indica que estos bebés estaban formando lentamente su capacidad de hablar.
Desarrollo del habla y coordinación
Borjon comentó que “cada sonido que hacen ayuda al cerebro y al cuerpo a aprender a coordinarse entre sí, lo que finalmente conduce al habla”. Además, estas vocalizaciones parecen estar vinculadas al sistema nervioso autónomo, que es la parte del sistema nervioso que controla funciones automáticas como la respiración. Durante los primeros años de vida, los pulmones de los bebés experimentan cambios significativos, lo que les permite interactuar de manera creciente y pronunciar palabras reconocibles a medida que su frecuencia cardíaca se ralentiza.
Implicaciones del estudio
La relación entre la desaceleración de la frecuencia cardíaca y el desarrollo del habla podría implicar que un desarrollo exitoso depende de que los bebés experimenten rangos predecibles de actividad autonómica a lo largo de su desarrollo. Por otro lado, participar en períodos prolongados de frecuencia cardíaca en su punto máximo también puede tener implicaciones. Estos resultados podrían ayudar a los expertos a comprender mejor el desarrollo del habla, incluidos los casos que producen retrasos en el habla en los niños.
Borjon concluyó que “comprender cómo el sistema nervioso autónomo se relaciona con el desarrollo del lenguaje es una vía crítica para la investigación futura sobre el surgimiento del lenguaje, así como los factores de riesgo asociados con un desarrollo atípico del lenguaje”.
Más información sobre los hitos del lenguaje en niños pequeños está disponible a través de Stanford Medicine.