Escritora ucraniana Victoria Amelina muere tras ataque en pizzería; su legado sobre la guerra continúa incompleto

Victoria Amelina: una voz valiente que documentó la guerra en Ucrania.
Victoria Amelina: una voz valiente que documentó la guerra en Ucrania.

El 27 de junio de 2023, un misil impactó en una pizzería situada a 200 kilómetros al sur de Járkov, Ucrania. Entre las víctimas se encontraba Victoria Amelina, una destacada escritora ucraniana que había dedicado sus últimos años a documentar los crímenes de guerra cometidos durante la invasión rusa. Amelina falleció días después a la edad de 37 años, dejando inconcluso un libro que buscaba dar voz a las mujeres que resistieron el conflicto. Según una nota publicada en The New York Times y escrita por Rebecca Donner, sus colegas asumieron la tarea de completar y publicar esta obra, que ahora se presenta como un testimonio fragmentado pero poderoso de las atrocidades de la guerra.

El legado de Victoria Amelina

El libro, titulado Looking at Women War: A War and Justice Diary (“Mirando a las mujeres en la guerra: Un diario de justicia”), comenzó como un proyecto personal y evolucionó hacia una crónica de investigación sobre los crímenes perpetrados. En sus páginas, no solo se narran los horrores del conflicto, sino que también se reflexiona sobre la posibilidad de la derrota de su país. En una carta citada, Amelina escribió: “Si perdemos, quiero que al menos se cuente la historia de nuestra búsqueda de justicia”.

La escritora, que se encontraba de vacaciones en Egipto con su hijo de 10 años el 24 de febrero de 2022, cuando Vladimir Putin lanzó la invasión a gran escala de Ucrania, intentó regresar a su país al enterarse de las explosiones en Kiev. Sin embargo, los vuelos hacia la capital estaban cancelados. Logró llegar a Polonia y, tras dejar a su hijo con su padre en Cracovia, cruzó sola la frontera hacia Lviv, donde transformó el armario de su apartamento en un refugio antiaéreo improvisado y decidió quedarse para contribuir a la resistencia.

Contribuciones a la resistencia

Amelina se unió a la organización Truth Hounds, que se dedica a seguir las normas del derecho internacional humanitario. En una furgoneta apodada “Cucumber”, recorrió diversas localidades afectadas por la ocupación rusa, como Balakliya y Kapytolivka, donde se reportaron torturas y asesinatos de civiles. Durante su labor, desenterró al escritor ucraniano Volodymyr Vakulenko, quien presuntamente fue asesinado por las fuerzas rusas. En los fragmentos recuperados, destaca una frase que refleja la crudeza de la situación: “Durante los primeros días me rendí un poco, luego, debido a mi estado de medio hambre, totalmente”.

Las historias de resistencia femenina que Amelina recopiló incluyen relatos de ucranianas que, como ella, enfrentaron la adversidad con valentía. Una de las figuras más memorables es Evhenia, una abogada que, según relata la autora, aprendió a detener tanques con un rifle Kalashnikov. Estas narraciones entrelazan recuerdos familiares de Amelina, marcados por el Holodomor, la hambruna que devastó Ucrania entre 1932 y 1933.

Reflejos de la guerra

A lo largo de su obra, Amelina muestra un agudo sentido de observación, capturando detalles que reflejan la surrealidad del conflicto: una rana muerta flotando en una piscina, ángeles de origami balanceándose con el viento o dos hombres jugando al ping-pong en un McDonald’s bombardeado en Járkov. Estas imágenes, aparentemente triviales, subrayan el impacto cotidiano en la vida de los ucranianos: “Cuando una bomba explota en algún lugar de la ciudad, ni siquiera inmutan”, escribió un periodista.

El legado de Amelina se interrumpió con su muerte, y el trabajo que dejó quedó incompleto. Los editores del manuscrito, que estaba terminado en un 60%, presentaban un estilo fragmentario, con notas y bosquejos que reflejaban la interrupción abrupta de su vida. Decidieron incluir estos elementos en la publicación final, respetando el carácter inacabado de la obra. En sus palabras, el libro dice: “Es hora de que todos llamen a la guerra”. Este relato acumulativo, aunque marcado por discontinuidades, ofrece una elocuente representación de las devastadoras consecuencias de la guerra. No solo documenta el conflicto, sino que también da voz a quienes luchan por la justicia en medio del caos.