
Un innovador estudio realizado por un equipo de médicos de la Universidad Murdoch en Australia ha revelado un hallazgo que podría transformar el campo de la investigación forense en casos de agresión sexual. La investigación, centrada en el análisis del microbioma genital o “sexoma”, sugiere que las bacterias presentes en los genitales de las personas podrían servir como una nueva forma de prueba para identificar a agresores sexuales, incluso cuando las pruebas tradicionales, como el ADN, no sean concluyentes.
El sexoma: un ecosistema único
El sexoma, que se refiere al ecosistema único de microorganismos que habitan en los genitales de cada individuo, es similar a la microbiota intestinal y desempeña un papel crucial en el bienestar del cuerpo humano. Este conjunto de microorganismos no solo cumple funciones protectoras, sino que también es un reflejo de la identidad biológica de la persona. En las mujeres, los lactobacilos predominan, ayudando a mantener un pH ácido en la vagina y previniendo infecciones. Por otro lado, en los hombres, el ecosistema es más diverso, encontrándose en el pene y el tracto urogenital.
Transferencia bacteriana durante el coito
Durante el estudio, los investigadores lograron secuenciar el ADN de muestras de parejas estables. Al analizar estas muestras, los científicos descubrieron que una persona transfiere su microbioma durante el acto sexual, creando una firma bacteriana única que puede ser identificada en la pareja. Esta transferencia, según los investigadores, es tan efectiva que puede ocurrir a través de barreras físicas, como los condones. Además, esta firma bacteriana puede perdurar en la pareja durante varios días, siendo eficaz hasta 48 horas después del coito. Este descubrimiento abre nuevas posibilidades para la recolección de pruebas en investigaciones, particularmente en aquellos casos donde las pruebas tradicionales pueden no establecer una conexión clara entre el agresor y la víctima.
Metodología del estudio
Para poner a prueba su hipótesis, los forenses reclutaron a 12 parejas estables y monógamas para realizar un experimento controlado. Durante 14 días, las parejas se abstuvieron de tener relaciones sexuales, tras lo cual se tomaron muestras de los hombres y las mujeres. Posteriormente, se analizaron y secuenciaron las muestras presentes, confirmando que la firma bacteriana era detectable en la mujer en relación con la capacidad del hombre, lo que podría convertirse en una herramienta valiosa en la lucha contra aquellos que a menudo eluden la identificación mediante métodos tradicionales.
Desafíos para la viabilidad judicial
Si bien el concepto es prometedor, aún quedan desafíos importantes por superar antes de que este método pueda ser implementado en los tribunales de justicia. La investigadora Nerea Molina, del Departamento de Filosofía I de Granada, advierte que es necesario validar el nivel de cepa y la estabilidad a lo largo del tiempo, así como otros aspectos clave. “El microbioma es estático. Factores como el tiempo transcurrido desde el contacto sexual y la presencia de otros fluidos biológicos pueden influir en los resultados”, señaló Molina en una entrevista al medio Science Media Centre España. Así, aunque representa un avance interesante en la comprensión de las parejas, esta técnica requiere validación exhaustiva en escenarios reales y estudios amplios.
Impacto de la violencia de género
Los datos indican que seis de cada diez mujeres de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, lo que subraya la urgencia de encontrar formas efectivas para demostrar la eficacia de los métodos reales que ayuden a hacer justicia en situaciones donde las víctimas enfrentan obstáculos. A medida que se perfecciona esta técnica, se espera contar con recursos adicionales que, junto con otros métodos, ayuden a resolver casos difíciles de agresiones sexuales.