Los ultraprocesados alteran nuestra microbiota intestinal

Revolución microbiana: cómo los alimentos ultraprocesados están acelerando la evolución de nuestras bacterias intestinales

Un estudio reciente revela que las bacterias intestinales pueden evolucionar rápidamente en respuesta a la dieta, adaptándose a los alimentos ultraprocesados.
Investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) han publicado un trabajo en la revista Nature que muestra cómo los microbios intestinales incorporan genes que les permiten digerir almidones industriales, un fenómeno que podría tener implicaciones significativas para la salud humana.

El equipo de científicos analizó los genomas de casi 30 especies de bacterias intestinales y descubrió que las variantes genéticas que facilitan la digestión de almidones presentes en alimentos ultraprocesados han proliferado en las poblaciones de bacterias en áreas industrializadas. Este cambio se ha producido en un periodo relativamente corto, dado que los almidones industriales solo han estado disponibles durante unas pocas décadas.

Según los investigadores, la selección natural ha actuado con fuerza para que estos genes se establezcan rápidamente. Richard Wolff, estudiante de doctorado y primer autor del estudio, destacó que “el descubrimiento de que la capacidad de digerir nuevos almidones es un objetivo de la selección natural en las bacterias intestinales es interesante”.

El estudio también revela que las bacterias evolucionan de manera diferente en regiones industrializadas en comparación con las no industrializadas. Los científicos identificaron un proceso conocido como transferencia horizontal de genes, que permite a las bacterias intercambiar ADN entre cepas, lo que contribuye a su rápida evolución. Este mecanismo, previamente asociado con la resistencia a antibióticos, se ha encontrado también en los microbios intestinales.

Wolff y su colega Nandita Garud, profesora de ecología y biología evolutiva en UCLA, desarrollaron una nueva metodología estadística para identificar las áreas del ADN donde los genes han alcanzado alta frecuencia en diferentes especies de bacterias. Garud explicó que “diferentes cepas de E. coli, por ejemplo, se han distanciado entre sí tanto como los humanos de los chimpancés, y aun así las consideramos la misma especie”.

El estudio señala que un gen específico, relacionado con la capacidad de digerir maltodextrina, se ha extendido principalmente en poblaciones industrializadas. La maltodextrina, un derivado del almidón de maíz, ha sido utilizada en alimentos procesados desde la década de 1960.

Los investigadores también plantean interrogantes sobre cómo se comparten los fragmentos de ADN entre individuos humanos, dado que cada persona suele tener solo unas pocas cepas de la misma especie de bacterias intestinales. Garud mencionó que “si fragmentos de ADN se transmiten horizontalmente entre diferentes cepas en distintos huéspedes, no sabemos dónde se recombinan ni cómo se desplazan entre personas individuales”.

Este descubrimiento sugiere que la dieta puede tener un impacto más profundo en la salud de lo que se había considerado anteriormente, ya que la adaptación de las bacterias intestinales a los nuevos almidones podría influir en la salud general de los individuos. El estudio de Wolff y Garud abre la puerta a futuras investigaciones sobre la relación entre la dieta y la evolución microbiana en el intestino humano.