
La niña tenía cuatro años cuando llegó al Texas Children’s Hospital de Houston, en EEUU, para recibir una terapia altamente experimental contra el cáncer de células nerviosas. Los tratamientos estándar no habían logrado detener el cáncer, que se había extendido a los huesos, y el pronóstico era malo. Corría el año 2006, cuando un equipo de investigadores del Baylor College of Medicine decidió iniciar un innovador ensayo clínico para tratar a niños con neuroblastoma, un tipo de cáncer agresivo que afecta a los niños. En ese momento, la estrategia de CAR-T tenía resultados inciertos. Casi dos décadas después, el caso de esta paciente tratada a tan temprana edad se ha convertido en la remisión más prolongada registrada con este tratamiento. Según un estudio publicado en Nature, la mujer lleva 19 años sin signos de la enfermedad ni necesidad de tratamientos adicionales, y logró tener hijos sanos.
Las Chimeric Antigen Receptor T-cells (CAR-T) han revolucionado el tratamiento de ciertos cánceres hematológicos, como la leucemia y el linfoma, al modificar genéticamente los linfocitos T para que ataquen de manera específica las células tumorales. Estas células inmunitarias fueron diseñadas para producir una proteína llamada receptor de antígeno quimérico (CAR), que está diseñada para adherirse a un objetivo que se encuentra en la célula cancerosa, lo que permite que el sistema inmunitario ataque y destruya la célula. Sin embargo, su eficacia en tumores sólidos sigue siendo un desafío.
El caso analizado recibió una versión de primera generación de la terapia, que es menos desarrollada que las actuales, lo que representa un hallazgo de gran interés en la investigación oncológica. Los resultados pioneros del tratamiento del neuroblastoma se llevaron a cabo entre 2004 y 2009. De los pacientes tratados, 11 tenían enfermedad activa en el momento de la terapia. Aunque 12 pacientes fallecieron por progresión de la enfermedad, el estudio confirmó la seguridad del tratamiento y permitió seguir de cerca a siete sobrevivientes. De estos, cinco continuaron libres de enfermedad durante 13 años. Este caso es destacado en la actualidad en el contexto del cáncer.
“Era una especie de biología sintética extraña. ¿Funcionará realmente?”, recordó Helen Heslop, directora del Centro de Terapia Celular y Génica de la Facultad de Medicina de Baylor, en un artículo. En aquel momento, la terapia carecía de elementos de optimización que permitieran potenciar su efectividad. Se detectó que las células modificadas persistieron en el organismo durante años, lo que podría haber contribuido al éxito del tratamiento, que se basó en diseñar células para reconocer GD2, un antígeno expresado en las células tumorales del neuroblastoma.
En la actualidad, se han refinado las moléculas coestimuladoras que aumentan la eficacia de la terapia. “Se comenzó en 2004, y el constructo CAR que utilizamos contiene elementos más recientes”, explicó Heslop. A pesar de ello, el tratamiento demostró eficacia a largo plazo, aunque las complicaciones observadas estuvieron relacionadas con quimioterapia o radioterapia previas. El valor real de estos tratamientos demuestra que son medicamentos seguros que pueden ser eficaces a largo plazo en tumores sólidos agresivos, contribuyendo al control de la enfermedad, según afirman especialistas, además de presentar efectos secundarios mínimos.
Sobre el diseño del estudio, se compararon estrategias de fabricación a partir de pacientes: una basada en activación “no supervisada” y otra en estimulación dirigida por el virus Epstein-Barr (VEB). Este avance tiene implicaciones futuras y representa evidencia alentadora sobre el potencial de las terapias en tumores sólidos. Actualmente, la FDA ha aprobado terapias desde 2017, principalmente para cánceres hematológicos.
“Esto me da mucha esperanza. Vamos a conseguir que sean útiles para personas con tumores sólidos”, afirmó Sneha Ramakrishna, oncóloga pediátrica de la Universidad de Stanford. Se están trabajando en nuevas estrategias para mejorar la eficacia de estas terapias. Uno de los enfoques explorados es la incorporación de IL7 para dirigir la actividad inmunitaria y superar las barreras impuestas por el microambiente tumoral, que limita la acción de las células inmunitarias. Antonio Pérez Martínez, jefe de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz en Madrid, destacó el alto riesgo que presentan estos tumores, con tasas de supervivencia cercanas al 50%.
“Esta plataforma utiliza una diana terapéutica que demuestra viabilidad y también eficacia, todo con una menor carga tumoral”, explicaron los científicos en la publicación. La generación de CAR-T que se utiliza actualmente muestra que incluso estas versiones primarias pueden ofrecer remisiones prolongadas en pacientes, con seguimientos que alcanzan casi décadas, lo que refuerza la importancia de la persistencia de estas células y sugiere que podrían tener un efecto terapéutico significativo en ausencia de los avances actuales en el diseño. Como mencionó el oncohematólogo Carl June, sobre la terapia CAR-T, “el límite es el cielo”.