La influencia cultural y económica de Taylor Swift se manifiesta de manera notable, especialmente a través de su aclamada Eras Tour, que ha atraído a millones de seguidores. Un caso particular es el de Nikki Glaser, una comediante estadounidense y ferviente admiradora de Swift, quien decidió seguir a la artista en 22 de sus presentaciones alrededor del mundo. En una entrevista reciente, Glaser reveló que su travesía tuvo un costo aproximado de 100.000 dólares, cifra que incluye boletos, alojamiento y transporte. “Quiero aclarar que este monto incluye gastos de viaje, hoteles y también los costos de llevar y hospedar a quienes me acompañaron”, comentó Glaser, quien también es la anfitriona de los Globos de Oro 2025.
Lejos de arrepentirse de su inversión, la comediante calificó el desembolso como “absolutamente valioso”. Esta declaración ha generado un debate sobre las prioridades financieras y la manera en que las personas eligen invertir su dinero en experiencias. La gira de Swift, que concluyó el pasado 8 de diciembre en Canadá, acumuló más de 2.000 ventas de boletos durante sus 21 meses de duración, según informó The New York Times. Este evento no solo marcó un hito en la industria musical, sino que también impactó las vidas de aquellos que no escatimaron esfuerzos ni recursos para ser parte de este fenómeno.
Glaser comparó su gasto con el costo de criar un hijo, explicando que “busqué información sobre cuánto cuesta tener un hijo, y cuando vi ese número, pensé: ‘No hay problema con esto de Swift’”. Según estimaciones, en Estados Unidos el costo de criar a un hijo puede superar los 230.000 dólares hasta que cumpla 18 años, lo que justificó su decisión de destinar fondos mayores a sus pasiones. La nominada a un Globo de Oro por su especial de comedia Someday You’ll Die destacó que no se enfrenta a críticas por sus gastos. “Nadie juzga a quienes gastan en hijos, pero si alguien como yo asiste a conciertos, de repente es un problema”, señaló.
Además, Glaser resaltó la inequidad en la venta de boletos, deseando que el proceso fuera más justo: “Ojalá fuera una lotería; si compraba un boleto de 6.000 dólares, con igual derecho habría hecho lo mismo”. Su experiencia de seguir a Swift implicó asistir a diferentes ciudades y países, convirtiendo cada show en un evento único, lleno de logística y momentos compartidos con amigos y familiares.
El total de gastos se incrementó con la compra de mercadería oficial y los vuelos de los acompañantes. “Lo que gasta la gente en deportes o campamentos, yo lo gasté en Swift. Esto llenó mi vida de alegría”, dijo en una ocasión en el Kelly Clarkson Show, donde mencionó que su gasto aún ascendía a 25.000 dólares por nueve shows. Sin embargo, en los últimos meses, esta cifra se multiplicó, reflejando su compromiso con la experiencia.
La gira de Swift transformó a sus fanáticos en un significativo grupo de entretenimiento. Además, se distribuyeron 197 bonos a los trabajadores de la gira, incluidos conductores de camiones, técnicos de sonido e iluminación, equipo de producción y bailarines, lo que confirma la medida en que las giras exitosas tienen un alcance financiero en la historia reciente.
El entusiasmo por la gira se tradujo en un frenesí mediático y cultural. Desde el lanzamiento del documental Miss Americana en 2020, Swift ha estrechado lazos con sus seguidores, quienes la consideran una artista y un referente emocional personal. Esto pone de manifiesto las elecciones personales en un contexto masivo. Mientras algunos podrían cuestionar el gasto, otros ven un ejemplo de cómo las experiencias pueden convertirse en inversiones emocionales. En palabras de Glaser: “Cada centavo valía”.