Pasado desfigurado: artistas peruanos reflexionan sobre la historia y la infancia en la Casa del Bicentenario

Explorando la conexión entre colonialismo
Explorando la conexión entre colonialismo

La exposición Pasado desfigurado, organizada por la Embajada de Perú y la Secretaría de Cultura de la Nación, se lleva a cabo en la Casa Nacional del Bicentenario y presenta obras de los artistas Alexander Tongombol, Fabiola Gonzáles y Rubén Saavedra. Esta muestra, que estará abierta al público hasta el 15 de diciembre, reúne un total de 48 obras que incluyen pinturas, collages y técnicas mixtas. En esta exposición, los artistas peruanos abordan el pasado como un tema central, cada uno desde su propia perspectiva, invitando a los visitantes a reflexionar sobre cómo el pasado, aunque desfigurado, sigue influyendo en el presente.

Alexander Tongombol destaca la importancia de evocar el pasado con profundidad, trayéndolo al presente de manera significativa. Su obra se centra en la fragilidad de la infraestructura colonial limeña, utilizando cartón como soporte para reflejar una “arquitectura de angustia”. En el texto curatorial, Cristias Rosas Chocano menciona: “Este material no solo simboliza la precariedad de las edificaciones, sino también la vulnerabilidad social de sus habitantes”. Tongombol, quien es egresado de la Escuela de Arte Cajamarca “Mario Urteaga Alvarado”, ha desarrollado un proyecto que busca resaltar y preservar el patrimonio histórico de Perú. Utilizando materiales reciclados como soporte, representa el olvido y el abandono de estructuras arquitectónicas históricas, especialmente aquellas de épocas virreinales, coloniales y republicanas, que aún conservan belleza a pesar de su decadencia. Muchas de estas edificaciones se encuentran en el Centro Histórico de Lima y en otras ciudades del país, siendo testigos de una historia rica y significativa, aunque a menudo ponen en riesgo la vida de sus habitantes.

El artista utiliza técnicas mixtas, óleo, acrílico, acuarela y dibujo para dar forma a sus obras, que evocan una arquitectura angustiada en su entorno. Tongombol explica que cada pieza tiene una historia, marcada por manchas y desgastes, reflejando las cicatrices que la modernidad y la contaminación visual han dejado. Su trabajo busca crear arte visual que suscite reflexión sobre la identidad, invitando al espectador a redescubrir el valor oculto en lo aparentemente ordinario. Además, su obra es un homenaje a las edificaciones que han desaparecido, y una invitación a generar conciencia sobre el legado histórico. A través de este diálogo, espera fomentar un cambio en la percepción positiva hacia el patrimonio, resaltando la necesidad de protegerlo. Cada obra se convierte en un reflejo de lo que habita en el interior, capturando momentos de cotidianidad en un contexto de nostalgia y esperanza.

Por su parte, Fabiola Gonzáles, una joven artista visual de Lima, ha centrado su trabajo entre 2023 y 2024 en una exploración crítica de la infancia. Sus obras retratan fiestas infantiles que van más allá de una simple celebración, convirtiéndose en escenarios de control y corrección. Estas piezas revelan patrones de conducta impuestos en la niñez, que perpetúan la violencia simbólica a lo largo de generaciones. Nacida en 1995, Gonzáles estudió Pintura en la Pontificia Universidad Católica y se especializó en ilustración editorial en Toulouse Lautrec. Su trabajo se caracteriza por la deconstrucción de la memoria y la afectividad, utilizando elementos que reflejan archivos domésticos y espacios privados. Emplea técnicas mixtas como spray, tizas y pasteles, evocando la naturaleza efímera de la memoria y explorando las tensiones que recuerda lo oculto. Su investigación artística está cargada de vulnerabilidad, desafiando el mito del creador solitario y generando una extensión emocional en el proceso creativo. Esta manifestación de amor y protección hacia los recuerdos compartidos se expresa a través de una paleta de colores intensamente saturada, que revela emociones de una presencia vibrante.

Gonzáles también aborda la complejidad de recordar la infancia en un contexto de crisis económicas y la desesperación de sus padres por mantener la estabilidad en un entorno incierto durante los años noventa. Sus imágenes de cumpleaños y fiestas alegres son un recordatorio de los esfuerzos por ocultar la precariedad, y son testimonio de un tiempo que sigue moldeando nuestra realidad.

Por otro lado, Rubén Saavedra, nacido en Chiclayo en 1992, ha desarrollado una propuesta estética en el arte que combina elementos autóctonos e hispanos, reflejando así la identidad mestiza en toda su amplitud. En este sentido, su trabajo interpelará a la colectividad, reconstruyendo hechos históricos de manera crítica. Su formación incluye estudios en Bellas Artes en Macedonio Torre en Trujillo. Saavedra emplea un lenguaje que incorpora fotografía, pintura, carteles y escultura, lo que le permite criticar las sociedades actuales de Latinoamérica, contrastando ideas, políticas y creencias. En su obra actual, presenta construcciones que se originan a partir de diversas civilizaciones. Sus piezas buscan distorsionar discursos conocidos y ofrecer nuevas narrativas, proporcionando una lectura distópica de la república. A través de un juego absurdo situacional, su trabajo se convierte en un vehículo para la evocación de la libertad. La mezcla de elementos contemporáneos pone a prueba el imaginario, demostrando que el arte puede ser un medio poderoso para cuestionar y reinterpretar la historia.

La exposición Pasado desfigurado se puede visitar en la Casa Nacional del Bicentenario, ubicada en Bicentenario, Riobamba 985. La muestra está abierta desde el viernes de noviembre a las 18:00 horas, y los domingos hasta el 15 de diciembre. La entrada es gratuita y se puede visitar de miércoles a domingos a partir de las 20:00 horas.