
En el año 2001, ‘Operación Swordfish’, un thriller de acción dirigido por Dominic Sena, intentó dejar su huella en la historia del cine con una escena que, según reportó el medio especializado Espinof, se convirtió en una de las más difíciles de rodar jamás realizadas. Este momento, que apenas dura 30 segundos en pantalla, requirió una inversión de 5 millones de dólares, 11 meses de trabajo y el uso simultáneo de 135 cámaras. Sin embargo, a pesar de la magnitud del esfuerzo, la película no logró el éxito esperado en taquilla, recaudando 147 millones de dólares frente a un presupuesto de 80 millones.
Desafíos de la escena
Según informó Espinof, aunque la escena fue técnicamente impresionante, fue inevitablemente comparada con los efectos visuales innovadores de ‘The Matrix’, que se estrenó dos años antes. El desafío detrás de la palabra “Kaboom” en el guion escrito por Skip Woods incluía que debía representar una explosión masiva, resumida en una sola palabra: “Kaboom”. Esta secuencia requería una precisión milimétrica para coordinar múltiples elementos, desde coches de policía volando por los aires hasta personas siendo lanzadas por la onda expansiva.
El director, Dominic Sena, explicó en notas de producción que la complejidad radicaba en la necesidad de filmar cada componente por separado para garantizar la seguridad del equipo y los actores. “Nunca había visto una toma tan difícil de preparar”, afirmó Sena, quien describió el proceso como una superposición de capas: explosión, otros vehículos y personas. El rodaje específico tomó tres días, pero la planificación previa se extendió durante meses. El medio consignó que tuvieron que determinar qué podían grabarse físicamente y cuáles debían añadirse posteriormente mediante efectos visuales.
Tecnología y técnicas de filmación
La tecnología permitía no depender exclusivamente de CGI (imágenes generadas por computadora), lo que aumentó la complejidad del proyecto. Para capturar la escena, se diseñó una plataforma especial capaz de albergar cámaras fijas que registraban ángulos al milisegundo. Esta configuración fue inspirada en técnicas utilizadas en ‘The Matrix’, particularmente el “bullet time”, llevada a un nivel aún mayor. El 85% de la escena se realizó de manera práctica, mientras que los elementos más peligrosos fueron añadidos mediante CGI.
En la postproducción, la compañía Frantic Films se encargó de ocho efectos adicionales. Uno de los mayores retos fue ralentizar las imágenes para crear un efecto de cámara lenta que variaba según el punto de vista de la escena. Chris Bond, cofundador de Frantic Films, explicó que las tomas exteriores se ralentizaron a 134 fotogramas por segundo, mientras que las interiores requirieron la creación de intermedios para pasar de 45 a 102 fotogramas por segundo. “Había que generar aproximadamente nuevos fotogramas entre cámara; debido a la forma en que estaban curvadas, en algunos casos era necesario crear siete fotogramas sintéticos”, comentó Bond.
Impacto y legado de la película
El resultado final de este esfuerzo titánico aparece al inicio de la película, justo después del monólogo del villano interpretado por John Travolta, que busca captar la atención del público con la espectacularidad técnica, aunque no fue suficiente para lograr el éxito comercial. A pesar de contar con un elenco estelar que incluía a Halle Berry y Hugh Jackman, la película quedó eclipsada por las comparaciones con ‘The Matrix’, que había revolucionado el uso de efectos visuales innovadores.
Aunque el impacto de ‘Operación Swordfish’ sigue siendo recordado como un ejemplo de los extremos a los que puede llegar Hollywood, también plantea preguntas sobre la relación entre técnica y narrativa, especialmente cuando el público ya ha sido deslumbrado por producciones anteriores. A más de dos décadas de su estreno, la película permanece como un caso curioso en la historia del cine. En el ámbito especializado, es ocasionalmente mencionada como una extravagancia, con anécdotas sobre el desnudo de la actriz que fue considerado “gratuito” a cambio de una compensación económica significativa. Este testimonio destaca el ingenio y la dedicación de la producción, sirviendo como un recordatorio de que la innovación no siempre garantiza el éxito, y refleja los desafíos y riesgos inherentes a la búsqueda de la perfección en la industria cinematográfica.