La fallecida actriz española Marisa Paredes, cuyo deceso se confirmó este martes, dejó en vida una cinematografía que se extiende por más de 70 títulos, que abarcan desde filmes icónicos de Pedro Almodóvar como ‘Todo sobre mi madre’ y ‘Tacones lejanos’, hasta clásicos del cine en habla hispana como ‘091: Policía al habla’ (1960) de José María Forqué. También participó en cintas internacionales como ‘La vita è bella’ (1997), del italiano Roberto Benigni, además de haber trabajado en 80 ficciones televisivas y 15 obras de teatro, lo que da cuenta de la trayectoria de esta ‘chica Almodóvar’, quien pronunció frases que han pasado a la historia del cine español, como: “¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea…de salvar lo nuestro?” en ‘La flor de mi secreto’ (1995).
El director español Pedro Almodóvar le otorgó papeles memorables en ‘Tacones lejanos’ (1991) y también apareció en ‘La piel que habito’ (2011), además de interpretar a ‘Sor Estiércol’ en ‘Entre tinieblas’ (1983). Las primeras actuaciones de Paredes se produjeron en los años sesenta, en películas como ‘Canción de cuna’ (1961), de José María Elorrieta, donde actuó siendo adolescente, o en la notable ‘El mundo sigue’ (1965), de Fernando Fernán Gómez. En 1967, apareció en un episodio de los cuentos de terror de ‘Historias para no dormir’ de Narciso Ibáñez Serrador en la televisión pública española.
Durante los años setenta, Paredes se destacó en la pequeña pantalla, participando en series teatrales que se popularizaron en blanco y negro en España. En la década de los ochenta, continuó compaginando su trabajo en televisión, como en el programa teatral ‘Estudio 1’, y en cine, participando en películas como ‘Ópera prima’ (1980) de Fernando Trueba, ‘Las bicicletas son para el verano’ (1984) de Jaime Chávarri, y la ya mencionada ‘Entre tinieblas’.
A partir de los años noventa, Paredes combinó sus colaboraciones con Almodóvar con trabajos en televisión y con otros directores que ya conocía, como Chávarri, con quien protagonizó ‘Tierno verano de lujurias y azoteas’ (1993) junto a Gabino Diego e Imanol Arias. En esa misma década, también rodó cintas extranjeras como ‘Tombés du ciel’ (1993, Philippe Loiret), ‘La nave de los locos’ (1995, Ricardo Wulicher) o ‘Trois vies et une seule mort’ (‘Tres vidas y una sola muerte’, 1996), esta última con Marcello Mastroianni, bajo la dirección del cineasta chileno Raúl Ruiz, reconocido como uno de los más influyentes del cine moderno.
En 1997, participó en la película italiana ‘La vita è bella’ (1997, Roberto Benigni), donde interpretó a la madre de Dora, la protagonista de esta película que ganó tres premios Óscar. Posteriormente, Paredes trabajó en títulos como ‘El espinazo del diablo’ (2001, del mexicano Guillermo del Toro), ‘Crepúsculo rojo’ (2003, del argentino Edgardo Cozarinsky), la ópera prima del español Pablo Malo, ‘Frío sol de invierno’ (2004), o ‘Espelho mágico’ (2005, del portugués Manoel de Oliveira).
Durante la segunda década de los años 2000, Paredes trabajó en ‘El dios de madera’ (2010, Vicente Molina Foix), por la que recibió el premio a mejor actriz en el Festival de Málaga; ‘Gigolá’ (2010), una película de temática lésbica dirigida por la francesa Laure Charpentier a partir de su propia novela; ‘La piel que habito’ (2011, nuevamente con Pedro Almodóvar), ‘Traumland’ (2013, Petra Biondina Volpe) y ‘Petra’ (2018, Jaime Rosales).
Marisa Paredes fue una figura emblemática del cine español, cuya carrera abarcó más de cinco décadas, dejando un legado significativo en la industria cinematográfica.