
El papa León XIV comenzará su primera gira internacional este domingo, 27 de noviembre, con una visita a Líbano, cumpliendo una promesa hecha por su predecesor, Francisco, de visitar este país de mayoría musulmana donde aproximadamente un tercio de la población es cristiana. La visita se enmarca en un contexto de inestabilidad regional y crisis internas que han afectado gravemente a Líbano en los últimos años.
La gira del papa incluirá también una parada en Turquía, donde se reunirá con el patriarca Bartolomé, líder espiritual de los 260 millones de cristianos ortodoxos. La elección de Líbano como destino es significativa, ya que representa un mensaje de apoyo en un momento crítico para el país, que ha enfrentado disturbios políticos, el colapso de su moneda y sistema bancario, así como la devastación provocada por la reciente guerra entre Israel y el grupo Hezbollah. Esta guerra ha dejado más de 4.000 muertos, incluidos cientos de civiles, y ha causado daños estimados en 11.000 millones de dólares.
A pesar de la situación, el papa no visitará el sur de Líbano, una decisión que ha decepcionado a muchos residentes de esa región, que han sufrido las consecuencias del conflicto. Georges Elia, un miembro de la congregación de Dardghaya, expresó su deseo de que el papa realice una visita sorpresa al sur, describiéndolo como una “tierra sagrada, donde Jesucristo una vez caminó”. Elia mencionó que asistirá a una reunión entre el pontífice y grupos de jóvenes en el Patriarcado Maronita en Bkerki, en el norte del país.
La historia de las visitas papales a Líbano se remonta a 1964, cuando Paulo VI visitó el país en un periodo de prosperidad que muchos recuerdan como la era dorada de Líbano. Desde entonces, otros papas han visitado el país en momentos de reconstrucción tras conflictos, como en la década de 1990 y en 2012, durante la crisis de refugiados sirios.
Líbano ha sido históricamente un refugio para los cristianos y ha mantenido fuertes lazos con el Vaticano desde su independencia en 1943. Durante su visita, el papa León XIV tiene programado un diálogo interreligioso con líderes de las denominaciones cristianas y musulmanas en el corazón de Beirut, un área que ha sido testigo de protestas antisistema y que sufrió graves daños en la explosión del puerto en 2020.



















