
Julián Álvarez, el destacado delantero argentino y campeón del mundo, ha experimentado cambios significativos en su vida personal y profesional en los últimos meses. Tras su decisión de dejar el Manchester City, Álvarez se unió al Atlético de Madrid, lo que implicó una mudanza a la capital española junto a su pareja, Emilia Ferrero. Sin embargo, la pareja se enfrentó a una situación inesperada que les llevó a cambiar de residencia.
Un inusual problema de vivienda
Con el objetivo de encontrar un hogar cómodo en Madrid, Julián Álvarez y Emilia Ferrero alquilaron una lujosa casa en las afueras de la ciudad. No obstante, hace unos días, se vieron obligados a mudarse nuevamente. La razón detrás de esta decisión radica en que la propiedad que habían rentado se convirtió en el centro de atención mediática tras la publicación de fotografías del Rey Juan Carlos I besándose con la exvedette Bárbara Rey, imágenes que datan de hace 30 años y que fueron reveladas recientemente por el medio neerlandés “Privé”.
El escándalo que sacudió a España
El escándalo generado por estas fotografías ha tenido un impacto considerable en la opinión pública española, dado que el exmonarca estaba en el trono en ese momento y aún estaba casado con la Reina Sofía. La revelación de estas imágenes ha atraído a numerosos fotógrafos, periodistas y curiosos a la propiedad, lo que ha perturbado la tranquilidad que Álvarez y Ferrero buscaban en su nuevo hogar.
La historia de la casa
La casa en cuestión fue anteriormente propiedad de Bárbara Rey, una figura icónica de la belleza en las décadas de 1980 y 1990, quien la vendió en 2019. Desde entonces, la propiedad ha tenido varios inquilinos, siendo Julián Álvarez y Emilia Ferrero los últimos en residir allí. Aunque se ha confirmado que la pareja ya se ha mudado, la ubicación de su nuevo hogar aún no ha sido revelada, aunque se especula que podría estar en la misma área.
La mansión que dejaron atrás
La decisión de abandonar la casa fue impulsada por el constante acoso de los medios de comunicación y paparazzi, que se intensificó tras el escándalo relacionado con el Rey Juan Carlos I. La mansión, que estaba valorada en 700 mil euros, había sido elegida por la pareja por su atractivo y comodidades. La propiedad contaba con tres pisos, 476 metros cuadrados, un gimnasio privado, una amplia piscina, seis habitaciones, una terraza y una bodega completa, lo que la hacía un lugar ideal para vivir. La pareja, que prefiere mantener un perfil bajo ante los medios, seguramente lamentó tener que dejar atrás un hogar que les había encantado desde el primer momento.