Joni Mitchell: un retrato de contradicciones y humor en su vida y carrera musical

Joni Mitchell desata polémica al criticar a Bob Dylan sin tapujos.
Joni Mitchell desata polémica al criticar a Bob Dylan sin tapujos.

Desde sus inicios como cantante folk en la década de 1960, Joni Mitchell ha desafiado las expectativas y estereotipos en cada etapa de su carrera, convirtiéndose en una de las figuras más icónicas de la música contemporánea. En el libro I Dream of Joni: A Portrait in 53 Snapshots (Sueño con un retrato en 53 instantáneas), el autor Henry Alford se adentra en la vida de esta fascinante creadora canadiense a través de un enfoque único: capítulos breves que están cargados de anécdotas, observaciones agudas y citas incendiarias que revelan tanto sus triunfos como sus contradicciones, informa The Independent.

Un retrato revelador

El libro comienza con una escena tan mundana como reveladora: un concierto homenaje en el año 2000, donde leyendas como Elton John y James Taylor interpretaron canciones de Mitchell. Mientras tanto, ella se encontraba sentada en el palco, comiendo tranquilamente una banana mientras el público la observaba. Este gesto, aparentemente trivial, se convierte en un símbolo perfecto que describe su habilidad para ser “privada en público”. Para una artista que plasmó emociones desgarradoras en canciones como Both Sides, Now, este pequeño acto encapsula su constante desafío a la negativa y el encasillamiento.

Humor y críticas mordaces

A pesar de que su imagen pública fue solemne, Mitchell subraya su agudo sentido del humor, un aspecto poco reconocido de su personalidad. Entre las anécdotas destacadas, se encuentra su interpretación de la canción Happiness Is Best Face-Lift en su cumpleaños número 80, donde se dirigió a un público lleno de celebridades que habían recurrido al bisturí. No dudó en dirigir comentarios devastadores hacia otros artistas, calificando a Crosby, Stills and Nash de “siempre desafinados” y a Bob Dylan, uno de sus contemporáneos más prominentes, como “plagiador mocoso perverso”. Estas observaciones, aunque polémicas, reflejan su compromiso con un estándar artístico elevado y su negativa a caer en la complacencia.

Familia, creatividad y trauma

Las tensiones en la relación de Mitchell con su madre, Myrtle, constituyen pilares en su narrativa personal. Esta mujer, crítica y controladora, llamaba a su hija “fracasada” por haber abandonado las clases de piano y criticaba su vestimenta antes de su importante presentación en Carnegie Hall en 1969. Sin embargo, estas interacciones moldearon su determinación y contribuyeron a su audaz personalidad artística.

Uno de los episodios más significativos en la vida de Mitchell fue la entrega en adopción de su hija en los años 60, en una época en la que el aborto era ilegal en Canadá y el acceso a anticonceptivos era limitado. Este doloroso evento desencadenó un periodo intenso que culminó en una prolífica producción musical. La conexión entre su experiencia personal y su arte es innegable, convirtiéndose en un vehículo para procesar y expresar su dolor en la búsqueda de significado.

Contradicciones en su legado

El legado de Mitchell también explora las múltiples contradicciones que la hacen, a menudo, difícil de clasificar. Por un lado, es conocida por su rechazo a los hippies y su vegetarianismo, a pesar de haber compuesto el himno de esa generación, Woodstock. Por otro lado, es defensora de la independencia femenina desde su álbum debut, pero ha declarado que considera el feminismo “demasiado apartheid”. Su relación con la prensa es igualmente ambivalente; detesta que se analicen los detalles de su vida personal, pero concede entrevistas extensas que revelan aspectos de sus canciones. Esta tensión entre su deseo de privacidad y su propensión a la auto-revelación es clave para entender su atractivo y mística.

En 1977, Mitchell apareció en la portada de Don Juan’s Reckless Daughter en blackface, defendiendo posteriormente su elección como una expresión de su identidad interior. “Me siento como un hombre negro dentro”, afirmó, provocando tanto apoyo como controversia. Este tipo de declaraciones y acciones han consolidado su reputación como alguien que no teme desafiar las normas sociales.

A lo largo de su larga carrera, Joni Mitchell ha explorado el equilibrio entre el amor y la libertad. Ha escrito sobre relaciones intensas y complejas, como la que tuvo con Leonard Cohen, siempre priorizando el valor fundamental de su obra. Al final, sus defectos no son más que dimensiones que enriquecen las complejidades de su vida y su arte, lejos de restarle valor, han sido esenciales para construir una de las artistas más singulares y admiradas de los últimos 50 años.