La actriz Jenna Fischer, conocida por su papel de Pam Beesly en la serie The Office, ha compartido detalles sobre su experiencia tras ser diagnosticada con cáncer de mama en una emotiva entrevista con Hoda Kotb para el programa Today. En esta conversación, la actriz de 50 años relató cómo recibió la noticia de su diagnóstico, cómo enfrentó el tratamiento y el apoyo que encontró en su familia y amigos. Además, reflexionó sobre cómo la enfermedad ha cambiado su perspectiva de la vida.
Descubrimiento del diagnóstico
La fase de su vida que marcó el inicio de esta experiencia comenzó en octubre de 2023, cuando Fischer asistió a una mamografía de rutina, una cita que, como ella misma admitió, había estado postergando. Tres semanas después de esa cita, le informaron que, debido a la densidad de su tejido mamario, era necesario repetir los estudios y realizar una ecografía. Aunque en ese momento no sintió preocupación, la situación cambió drásticamente cuando le solicitaron una biopsia.
En sus propias palabras, la actriz relató: “Estaba caminando y vi los resultados en el portal online del paciente. Leí palabras como ‘invasivo’, ‘ductal’, ‘carcinoma’, ‘maligno’ y pensé: ‘Esas suenan a cosas de cáncer’”. Tras la confirmación del diagnóstico por parte de su médico, Fischer expresó haber sentido una incredulidad total. “Lo que más me impactó fue escuchar la palabra ‘quimioterapia’. Ahí me derrumbé completamente”, explicó durante la conversación.
Fischer fue diagnosticada con un cáncer de mama triple positivo en etapa 1, un tipo raro y agresivo que, afortunadamente, fue detectado a tiempo. En enero de 2024, se sometió a una lumpectomía para remover el tumor, seguida de 12 sesiones de quimioterapia a partir de febrero y tres sesiones de radiación en junio. Como tratamiento adicional, continúa recibiendo tratamientos preventivos con tamoxifeno y Herceptin, los cuales finalizarán en 2025.
Desafíos durante el tratamiento
Durante el proceso de tratamiento, la pérdida de cabello fue uno de los momentos más difíciles para la actriz. “Empecé a quedarme calva de un lado de mi cabeza. Traté de hacer un elaborado peinado hacia el costado y pensé: ‘Ah, ahora entiendo qué hacen los hombres’”, recordó con humor. Aunque consideró afeitarse completamente, decidió usar gorras y pelucas para mantener en secreto lo que estaba ocurriendo.
En su diálogo con Kotb, Fischer agradeció a su familia, quienes fueron fundamentales para que ella se mantuviera resiliente durante esa ardua etapa. Su esposo, el director Lee Kirk, estuvo a su lado en todo momento, al igual que sus hijos, Weston y Harper Marie. Aunque fue difícil explicarles lo que estaba sucediendo, encontró una forma de involucrarlos en el proceso. “Nos sentamos con ellos y fuimos muy honestos. Les dijimos que su mamá estaba enferma de cáncer, pero también sobre los efectos secundarios”, destacó, aliviando así la angustia de los pequeños.
Apoyo y conexión con otras mujeres
Fischer también recordó que uno de los mejores consejos que recibió de un enfermero fue “vivir durante el proceso”, lo que le permitió mantener cierta normalidad en su rutina y en su cuerpo. Además, la cercanía con amigas que han atravesado situaciones similares, como Christina Applegate, quien también luchó contra el cáncer de mama, fue de gran ayuda. “La llamé y lo primero que me dijo fue: ‘¿Cuál es el diagnóstico?’. Le respondí: ‘Es cáncer de mama’ y ella dijo: ‘Lo sabía’”, recordó entre risas. Esta conexión con otras mujeres que han pasado por experiencias similares le brindó una red de apoyo invaluable.
Cambio de perspectiva
Ahora, tras haber superado el tratamiento, Fischer confesó que su perspectiva ha cambiado por completo. “Todas las cosas importantes se volvieron claras rápidamente”, reflexionó. “Encuentro que el mundo es un lugar hermoso a pesar de toda su rareza. Incluso antes me irritaba, pero ahora parece encantador”. Con su característico humor, mencionó un ejemplo: “Incluso el tráfico. ¡Qué adorable! Miren a la gente yendo a algún lado. ¡Oh, está enojado!”
Fischer utiliza su experiencia para alentar a otros a no ignorar las revisiones de rutina. “Si hubiera esperado seis meses más, podría haber sido mucho peor. Me salvó la vida, estoy tan agradecida de haber ido a esa cita”, enfatizó. Al concluir la entrevista, ofreció un mensaje esperanzador para quienes están enfrentando una enfermedad: “Sé que hay una mujer sentada al final de la cama preguntándose: ‘¿Qué sigue para mí?’. Quiero decirle: ‘Vas a recuperar tu vida. No podrás creer la belleza y la maravilla que te espera en este camino’”.