Un estudio realizado por investigadores de Corea del Sur ha analizado datos de más de 5,3 millones de personas y ha llegado a la conclusión de que el tiempo que tarda el riesgo de enfermedad cardiovascular en normalizarse tras dejar de fumar depende de la exposición acumulada al tabaco. Los individuos considerados como “heavy smokers”, es decir, aquellos con un historial de consumo superior a 20 paquetes-año, necesitan aproximadamente 25 años para que su riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV) se asemeje al de quienes nunca han consumido tabaco. Por otro lado, los exfumadores con un consumo menor logran niveles de riesgo equiparables en un plazo de no más de una década.
El tabaquismo es un factor prevenible que contribuye a enfermedades del corazón, incrementando múltiples afecciones de salud y siendo responsable de millones de muertes en todo el mundo. Los resultados de este estudio subrayan la importancia de abandonar el hábito de fumar lo antes posible, ya que incluso los fumadores empedernidos pueden experimentar reducciones significativas en su riesgo a largo plazo. Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte a nivel mundial y son modificables y prevenibles. El tabaco contiene más de 7,000 químicos, entre los cuales se encuentra el alquitrán, que daña los vasos sanguíneos que irrigan el corazón. La nicotina, una toxina altamente adictiva presente en el tabaco, está vinculada a aumentos peligrosos en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Además, fumar libera gases venenosos como el monóxido de carbono, lo que reduce aún más el suministro de oxígeno al cuerpo.
Según un informe publicado por Infobae, la OMS indica que el 22,3% de la población consume tabaco, y aclara que los riesgos asociados son significativos, afirmando que el consumo de tabaco “es perjudicial en todas sus modalidades y no existe una forma segura de fumar”. Se estima que 8 millones de personas mueren cada año a causa del tabaquismo. Los autores del estudio señalaron que “entre los adultos de 30 a 44 años, el 38% de las muertes por cardiopatía isquémica se atribuyen al tabaquismo”.
La investigación realizada por los surcoreanos, publicada en JAMA, reveló que los fumadores empedernidos, definidos como aquellos con un historial de consumo superior a 20 paquetes-año, mantienen un riesgo elevado de eventos cardiovasculares en comparación con los fumadores actuales. Los investigadores destacaron que “los exfumadores deben ser pacientes, ya que aquellos que continúan fumando tienen un riesgo inferior”. Los exfumadores que han consumido menos de 20 paquetes-año mostraron una trayectoria de recuperación más rápida. Según el estudio, esto puede reducir la probabilidad de eventos cardiovasculares en un plazo de 10 años.
La doctora Laura Pulido, neumonóloga y coordinadora de la sección de Infecciones Respiratorias de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), evaluó el estudio y destacó que, aunque presenta limitaciones y no considera otros factores como la obesidad y el sedentarismo, es fundamental saber que “cuanto más temprano se abandone el cigarrillo, más rápida será la recuperación” del sistema cardiovascular y respiratorio en general. La doctora Pulido también mencionó que se encontró una asociación dosis-respuesta clara en relación con el riesgo cardiovascular entre los fumadores actuales, lo que significa que el riesgo es proporcional a la cantidad de tabaco consumido a lo largo de la vida. “Esto quiere decir que si fumas 75 años, siempre es excelente dejarlo a cualquier edad, pero cuanto más tarde lo dejes, más difícil será la reparación potencial”, agregó.
Además, la especialista destacó la diferencia entre los fumadores ligeros y los heavy smokers, indicando que el umbral que define a un heavy smoker es de ocho a diez paquetes-año, refiriéndose a un paquete de 20 cigarrillos durante menos de un año. A partir de ese punto, el riesgo comienza a incrementarse de manera significativa. Dejar de fumar es crucial, ya que, a pesar de que puede tardar décadas en igualar el riesgo, sigue siendo clave para mejorar los parámetros de salud.
La doctora Pulido consideró que dar cifras exactas sobre la recuperación es complicado debido a la variedad de factores que influyen, que van desde la dieta y la genética hasta el ejercicio físico y otras comorbilidades. Sin embargo, señaló que “desde el primer día que un paciente deja de fumar, su organismo comienza a mejorar en general”. “Sabemos que en un año se observa un incremento en la función pulmonar y una disminución de los síntomas. Ya al mes de haber dejado de fumar, los pacientes sienten cambios en el gusto y el olfato. En seis meses podemos ver mejoría. Cuanto más temprano, mejor”, dijo la especialista.
Cada día que pasa contribuye a una mejoría progresiva. Los investigadores surcoreanos concluyeron que “dejar de fumar en cualquier momento tiene un impacto positivo, pero requiere un período para normalizar el riesgo”.