
Una mujer se encuentra hospitalizada tras un incidente en una comisaría, donde se subió a los escritorios y rompió objetos, provocando que sus pies sangraran. La mujer había llegado acompañada de otras madres de desaparecidos para protestar con pancartas cuando el responsable de la desaparición de sus hijos pasaba en un coche. En un momento de desesperación, subió a la terraza y comenzó a gritar, exclamando: “¡Devuélvanme mi hijo! ¡Arranquémosle jirones de piel al asesino Chun Doo-hwan!” Chun Doo-hwan fue un dictador surcoreano que ordenó una represión violenta contra un levantamiento estudiantil en 1980.
Este suceso se relaciona con la obra Actos humanos, escrita por Han Kang, quien recibió el Premio Nobel. La autora narra la masacre de Gwangju, un evento trágico que tuvo lugar en 1980, en la ciudad donde ella nació. En ese momento, Han Kang tenía solo 9 años y su familia se había mudado recientemente a Seúl. Durante su infancia, vivió la persecución, ya que un grupo de militares irrumpió en su casa buscando a un conocido de su padre. A ella le dijeron que eran “de inmobiliaria”, pero escuchó conversaciones entre adultos que incluían frases perturbadoras como “Le rajaron el pecho con un cuchillo”.
La represión en Corea del Sur ha sido una constante desde 1945, tras la Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa. En 1980, el país estaba bajo una dictadura que se intensificó con un golpe de Estado. El 18 de mayo de ese año, estudiantes de la Universidad Chonnam, junto con algunos sindicatos, organizaron una protesta exigiendo democracia, lo que desató la furia del gobierno. Las cifras oficiales hablan de alrededor de 200 muertos, pero se estima que el número real de civiles asesinados podría ser de hasta 2,000. Las atrocidades incluyeron torturas, sadismo y ejecuciones.
La autora, Han Kang, ha explorado estos temas en su obra, donde se entrelazan relatos de víctimas y sobrevivientes. En su libro, se presenta la historia de un hombre llamado Dongho, quien fue asesinado. La narración se desarrolla a través de seis capítulos que ofrecen diferentes perspectivas sobre la masacre, incluyendo la voz de los muertos. La obra no es ligera, ya que aborda el dolor y la necesidad de testimoniar lo ocurrido. Se plantean preguntas sobre la dignidad humana y la memoria colectiva, como la experiencia de una joven que trabajaba en una fábrica y enfrentaba condiciones laborales extremas, así como el acoso sexual.
La narrativa de Han Kang también se adentra en la complejidad de la relación entre lo personal y lo político, cuestionando la lealtad a una patria que ha causado tanto sufrimiento. Se menciona la experiencia de una sobreviviente que compara su sufrimiento con el de recibir un baño de radiación, donde las sustancias radiactivas permanecen en el cuerpo durante décadas, causando mutaciones.
La obra de Han Kang se titula “El niño viene” en coreano, mientras que en inglés y español se eligió un título que previene la posibilidad de deshumanizar a los perpetradores. La autora describe escenas de brutalidad extrema, donde los cuerpos de las víctimas eran tratados con desprecio, y se plantea la pregunta de cómo se puede perdonar en medio de tanto dolor. La narrativa se cierra con un llamado a la memoria y a la justicia, sin ofrecer respuestas fáciles ni conclusiones simplistas.