
La noche del domingo, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia anunciaron que habían superado el impasse diplomático que surgió tras la decisión inicial del presidente Gustavo Petro de no permitir el ingreso de colombianos deportados desde EE.UU. En una conversación con la emisora Blu Radio, el embajador de Colombia en Washington, Daniel García-Peña, reconoció que la crisis estuvo a punto de convertirse en una situación “crítica”, añadiendo que una “guerra comercial” habría sido “terrible” para ambas naciones.
“No llegamos a eso (de romper relaciones), pero estuvimos a punto de una situación muy crítica”, afirmó García-Peña. Además, mencionó que “la guerra comercial y la amenaza de aranceles hubiera sido terrible no solo para Colombia sino también para Estados Unidos”.
El conflicto comenzó en la madrugada del domingo 26 de enero, cuando el presidente Petro utilizó sus redes sociales para comunicar que su país no recibiría dos aviones militares de EE.UU. que transportarían a migrantes ilegales colombianos. En su mensaje, Petro expresó: “Los EE.UU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EE. UU. debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”.
El presidente colombiano justificó su decisión al afirmar que “un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece”. Horas más tarde, el expresidente Donald Trump respondió a través de su cuenta en Truth Social, anunciando una serie de medidas en represalia. “Me acaban de informar que no se ha permitido que dos vuelos de repatriación procedentes de los Estados Unidos, con un gran número de delincuentes ilegales, aterricen en Colombia. Esta orden fue dada por el presidente socialista de Colombia, Gustavo Petro, que ya es muy impopular entre su pueblo”, escribió Trump.
En su mensaje, Trump confirmó la implementación de un arancel del 25% sobre todos los productos colombianos que ingresan a EE.UU., así como la prohibición de viaje y revocación inmediata de visas a funcionarios del gobierno colombiano. También se anunciaron sanciones de visa a todos los miembros del partido, familiares y simpatizantes del gobierno colombiano, además de un reforzamiento de la inspección de aduanas y la protección fronteriza frente a los “cargamentos (de productos) colombianos”.
En respuesta, Petro adoptó el principio de reciprocidad, instruyendo al ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Carlos Reyes, a “elevar los aranceles de importaciones desde los EE.UU en un 25%” y a buscar otros destinos para los productos nacionales. El mandatario colombiano también afirmó no temer a un golpe de Estado, expresando: “Túmbeme, presidente, y le responderán las Américas y la humanidad”. En su cuenta de X, Petro añadió: “Puede, con su fuerza económica y su soberbia, intentar dar un golpe de estado como hicieron con (Salvador) Allende. Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted”.
Las horas siguientes estuvieron marcadas por la incertidumbre, ya que la Embajada de EE.UU. anunció la cancelación de citas agendadas para el lunes 27 de enero. Finalmente, la noche del domingo, la Casa Blanca declaró que la crisis con Colombia había sido resuelta, asegurando que el gobierno de Bogotá aceptaba “todos los términos del presidente Trump” en relación a la situación.
Esto incluye “la aceptación sin restricciones de todos los ilegales extranjeros de Colombia retornados desde Estados Unidos, incluidos en aviones militares, sin limitaciones o retrasos”. Poco después, Petro reposteo el comunicado estadounidense sin realizar comentarios, lo que dio a entender que lo validaba, aunque minutos después lo eliminó sin explicación.
En el comunicado, de tono severo, Washington indicó que los aranceles prometidos por Trump contra las importaciones colombianas y las sanciones “no se firmarán, a no ser que Colombia no honre este acuerdo”. García-Peña explicó que “hubo un escalamiento” pero que “se logró superar esa situación, logramos trabajar de manera mancomunada con el canciller saliente, Luis Gilberto Murillo; con la nueva canciller, Laura Sarabia, y con Jorge Rojas (el vicecanciller). Trabajamos todo el día”.
El embajador también reconoció el trabajo realizado por “la gente de la Casa Blanca” y detalló que el interlocutor designado por Trump para resolver la crisis fue Mauricio Claver-Carone, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien fue nombrado por el mandatario estadounidense como responsable del Departamento de Estado para América Latina.