La organización INECO se dedica a la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales. A través de su Fundación INECO, se enfoca en la investigación del cerebro humano. En este contexto, se ha observado que compartir las vacaciones con otros es un objetivo deseado por muchas personas. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué sucede cuando este encuentro no se disfruta plenamente? Tanto las teorías académicas como las investigaciones y la experiencia personal sugieren que el tiempo libre es esencial para la recuperación del desgaste cotidiano, así como para compartir momentos de calidad que profundizan los vínculos afectivos. Se entiende que las relaciones se construyen mediante la inversión y el tránsito compartido.
La importancia del tiempo libre
No obstante, en ocasiones, las relaciones de pareja o familiares pueden fallar. La vida cotidiana está configurada por estructuras y rutinas que sostenemos día tras día, buscando un equilibrio entre el disfrute y las demandas tanto del entorno como de la vida personal. Esta suma de rutinas actúa como un vehículo que transita a diferentes velocidades, algunas de las cuales son dignas de un alto rendimiento, mientras que otras son más lentas. Sin embargo, sin un escape, se llega a un punto en el que la realidad se vuelve abrumadora. Más allá de la capacidad de uno para acceder a un descanso en algún periodo del año, es necesario desacelerar y reducir la marcha de la rutina diaria.
Neuroplasticidad y adaptación
En este sentido, “aquí es donde aparece otra gran función de nuestro cerebro: la neuroplasticidad, es decir, la capacidad que tiene de recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones”, afirmó la licenciada Ayelén Agüero, miembro del equipo de Psicoterapia de INECO. Esta capacidad de adaptación se pone de manifiesto cuando se intenta forzar nuevos horarios, patrones de sueño diferentes, charlas prolongadas y la recuperación de ilusiones que habían sido archivadas durante el tiempo.
Desafíos en las vacaciones familiares
En el contexto de las vacaciones, se ha observado que estas pueden ser “muy aceleradas”, lo que puede afectar la dinámica familiar. En el caso de padres e hijos, suele haber una intención de recuperar el “tiempo perdido”. Para abordar esta situación, se brindan consejos que pueden favorecer la convivencia familiar.
Agüero sugiere que será una etapa de acomodación al desafío de readaptar las rutinas. Es fundamental observar cuáles son los objetivos que se pueden alcanzar en conjunto. “Si tengo el deseo de recuperar algún momento perdido con mis afectos, debo poner en palabras ese deseo y buscar formas, en conjunto, de llevarlo a la práctica, entendiendo que la empatía y la tolerancia frente a la frustración serán elementos clave en esta propuesta”, añadió. Esta práctica implica dedicar tiempo a estar presente y contar con la disposición personal para lograrlo.
