La sobrecarga de información y el estrés diario: ¿cómo afecta nuestra salud mental y física?

Explorando el impacto de la tecnología en nuestra vida diaria y cómo manejarlo.
Explorando el impacto de la tecnología en nuestra vida diaria y cómo manejarlo.

Vivir en la era contemporánea se ha convertido, para muchas personas, en sinónimo de agotamiento. Las múltiples demandas del día a día, sumadas a la omnipresencia de la tecnología, han transformado lo cotidiano en una fuente constante de presión. Desde las notificaciones incesantes de los grupos de mensajería hasta las responsabilidades laborales y familiares, el volumen de tareas parece superar nuestra capacidad para manejarlas. Si sientes que estás al borde del colapso, no estás solo. Según una encuesta global, dos tercios de las personas han experimentado estrés con un impacto directo en sus vidas diarias, informa The Guardian Weekly. Linda Blair, psicóloga clínica, describe este fenómeno como común entre sus pacientes: la parálisis ante la cantidad de tareas. “Muchos logran decidir qué hacer a continuación, lo que alimenta la sensación de ineptitud”, explica.

Este círculo vicioso afecta el estado emocional y tiene raíces en un problema estructural: la sobrecarga de información y las expectativas irreales. Los factores detrás de la sobreestimulación digital son uno de los principales culpables. “Estamos entrenando al cerebro para ser más distraído, y eso nos pasa factura”, comenta Blair. La pandemia exacerbó esta tendencia, aumentando el tiempo que pasamos frente a las pantallas. Sin embargo, todo el peso recae en el miedo a no aprovechar al máximo el tiempo, que también juega un papel crucial. Alice Boyes, autora, señala que el exceso de opciones —desde aprender un nuevo idioma hasta realizar actividades físicas de moda— genera una sensación de insuficiencia constante.

Por otro lado, la presión por cumplir con los roles personales y profesionales resulta difícil de manejar. La tecnología, aunque útil, amplifica este problema. Los teléfonos inteligentes permiten trabajar o atender asuntos personales en cualquier momento, pero este acceso dificulta establecer límites. Además, el teléfono se ha convertido en una herramienta de evasión que, en lugar de aliviar, muchas veces agrava la situación.

Los impactos visibles e invisibles del estar abrumado afectan tanto la mente como el cuerpo. En el ámbito cognitivo, el estrés reduce la capacidad para tomar decisiones y regular las emociones, fomentando la procrastinación y los pensamientos negativos. A nivel físico, el estrés crónico puede derivar en problemas de salud graves, como diabetes y enfermedades cardiovasculares. En casos extremos, las alteraciones cognitivas pueden llegar a confundirse con síntomas de demencia, lo que añade una carga médica significativa. A nivel social, la ansiedad perpetúa la falta de confianza en uno mismo, lo que a menudo lleva a la evitación de compromisos, alimentando aún más el ciclo de ineficiencia.

Buscar un equilibrio ante esta situación es esencial, y enfocarse en soluciones prácticas es un primer paso. Reconocer nuestras limitaciones es fundamental. Faye Begeti, neuróloga, subraya la importancia de aceptar que nuestra energía mental no es ilimitada. Esto implica priorizar lo que realmente importa y permitirnos descansar sin culpa. Moderar el uso de la tecnología es otra estrategia; silenciar los horarios para responder correos electrónicos y realizar pequeñas acciones pueden marcar una gran diferencia.

Es necesario desmitificar las narrativas de productividad extrema promovidas por aquellos que disfrutan de privilegios y que enfrentan desafíos cotidianos que la mayoría no puede. A nivel personal, encontrar formas de recargar energías es fundamental. Begeti recomienda el ejercicio y pasar tiempo con seres queridos, así como el simple acto de desconectarse por completo durante periodos regulares. Boyes, por su parte, sugiere establecer metas manejables que permitan avanzar sin sentirse abrumado por objetivos inalcanzables. Menos es más: el camino hacia una vida equilibrada no desaparecerá de la noche a la mañana, pero pequeños ajustes pueden hacer una gran diferencia. Reconocer nuestros límites y buscar momentos de autenticidad son pasos hacia un equilibrio. Al final, se trata de encontrar propósito y significado en nuestras vidas.