Pronto me vi caminando por la calle principal de San Pancho, pueblo desconocido para el gran público, opacado por su vecino famoso a apenas 5 kilómetros, Sayulita, que cuenta con más marketing y más gringos.
Iba camino a un café donde me juntaría con Pame, mi conocida, quien me introduciría un poco al lugar, y me dejaría quedarme en su casa mientras buscaba mi propio espacio.
Pronto me enteraría que este es un lugar sin pandemia.
En San Pancho el Covid-19 ha desaparecido
Lo primero que me impactó fue la completa ausencia de mascarillas -cubrebocas, en español mexicano-.
Viniendo de Santiago, que estaba en cuarentena, y luego pasando por aeropuertos, donde las medidas de seguridad se observan de manera más estricta, fue sorprendente arribar a un lugar donde la mascarilla es una rareza. Nadie la usa, ni las personas en la calle, ni quienes atienden las tiendas, ni los meseros de los restaurantes, ni sus cocineros.
Solo en el Oxxo te exigen usarla para entrar, con lo que entendí que no es que no fuera obligatoria, sino simplemente que a nadie le importa.
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De igual forma, noté que el comercio estaba abierto, sin restricciones aparentes. Cafés, restaurantes, tiendas, bares, todo parecía funcionar con absoluta normalidad. Después de un año prácticamente encerrado, y bombardeado incesantemente con información relacionada al Covid-19, esto me parecía impensable. ¿Qué acá no existe la pandemia?
Pasé a comprar un chip de celular, lo primero que hago al llegar a un nuevo país, y le dije a Pame que llegaría al café en cinco minutos.
Pame es una chilena que lleva ya cinco años viviendo aquí. Su idea original era viajar por todo México, pero a poco andar encontró este lugar, le encantó, consiguió casa, distintos trabajos, y ya ha perdido incluso totalmente su acento. Está feliz.
La encontré sentada con un amigo, me dio la bienvenida, charlamos y me explicó las cosas esenciales que hay que saber, como donde venden los mejores tacos, cual es la verdulería más barata, cuáles son los mejores bares. En ningún momento me mencionó la pandemia, hasta que ya, comido por la curiosidad, no pude evitar preguntarle qué pasa aquí con el coronavirus ¿Realmente aquí es un lugar sin pandemia?
Una estrategia diferente
Pame me relató que efectivamente, estuvieron encerrados mucho tiempo, nada abierto, y fue una época dura. Pero desde que empezó la temporada alta, bajaron los casos y se relajaron un poco las restricciones, a la gente le empezó a valer madre el covid-19. Además, en San Pancho nadie ve mucha tele, así que prácticamente nadie habla de la pandemia.
En definitiva, ha desaparecido por medio de ignorarla. Por supuesto, hay algunos casos, las personas con síntomas se cuidan, y listo. Además, aquí hay una relación distinta con la muerte.
Me quedé pensando en todo esto. Es cierto que en aquel tiempo, en Chile todas las noticias eran “agenda Covid-19”, pareciera que no hay nada más de importancia. Y te saturan tanto con cifras de gente contagiada y muerta, que genera una sensación de paranoia, que sin duda termina por afectar la salud mental. Por otro lado, la pandemia es un fenómeno real, y hay mucha gente que ha muerto por ella, hay que tomar medidas para erradicarla. ¿Cuál es la mejor manera de afrontarlo? ¿La forma mexicana, o la forma chilena? No tengo la respuesta, pero estoy disfrutando estar sin mascarilla.
Dormí aquel día en casa de Pame, y al siguiente le pregunté cómo podía hacer para encontrar un lugar para arrendar. “Pregúntales a las señoras que veas barriendo la vereda”, fue su pintoresca respuesta.
Así funciona este pueblo, este lugar sin pandemia.
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