El artista nacional Claudio Narea publicará en los próximos días el libro “Los Prisioneros: Biografía de una amistad”. En el marco de su difusión, en entrevista con un medio nacional, comentó que se reconcilió con Jorge González. También que tuvo un quiebre con Miguel Tapia.
“Yo quería seguir tocando con Miguel. Para mí fue sorpresivo que dijera que se retira de los escenarios. Yo esperaba solucionar los temas con él, pero el discurso prisionero es incoherente si hay chanchullos por debajo”, comenzó explicando.
Tras esto aseguró que “era insólito que hicieran una serie sobre la banda y le pagaran solo a Miguel, más allá de que la marca efectivamente la inscribió él”.
“Él inscribió la marca Los Prisioneros en los 80, pero ahora la ha usado para su propio beneficio. No sé si es venta, cesión o arriendo, pero llegó a un acuerdo en solitario para que contaran nuestra historia, que es la de Jorge, Claudio y Miguel. Y cobra él no más, pero los ingresos deben ser para todos”, recaló Narea.
Claudio Narea: “Yo sé que él está tranquilo respecto de las cosas que me dijo y viceversa”
Uno de los antecedentes que reveló Claudio, y que sorprendió a sus seguidores, tiene que ver con una reconciliación con Jorge González, quien le habló por Instagram a través de un seudónimo. Después de entregarle detalles de Los Pseudopillos, la primera banda que tuvieron, iniciaron una comunicación.
“Jorge me escribió desde una cuenta con un nombre que no voy a revelar, y que en el libro lo describí como ‘anónimo’. Así como en 2016 Miguel le dio mi email a Jorge y él me escribió desde un correo con el nombre de Félix Leonino, ahora tenía otro pseudónimo que tiene que ver con él”, comentó Narea.
Sin embargo, reconoció que “al recibir los primeros mensajes por Instagram, dudé. Aunque después se fue afianzando la idea de que quien estaba detrás de esto era Jorge González. Eran sus palabras, sus historias, no me cabía duda”.
“Con Jorge hemos hecho las paces. Esto es algo que no imaginé que podía suceder y ocurrió por motivación de él. Jorge desde hace tiempo tenía ganas de hablar conmigo. Hace cinco años me envió un correo muy breve y raro, que respondí y ahí quedó todo, porque no respondió más”, recordó.
“Yo todo el rato le cuestioné que tenía que confirmar que era él. Pero incluso me dijo que le gustaría que fuera a verlo a su casa, con uno de mis hijos, pero después se retractaba porque me decía que ‘los periodistas iban a aparecer’. Hablamos de cosas que nadie más que nosotros dos sabíamos. Fue un mes de conversaciones y en tono amistoso”, enfatizó Narea.
“La comunicación con él, en teoría, está abierta. Nosotros éramos muy amigos, sin embargo, él de pronto convenció a la gente que éramos enemigos. Él ahora tiene mi teléfono y yo el suyo. Yo sé que él está tranquilo respecto de las cosas que me dijo y viceversa. Creo que hablar fue positivo para los dos”, finalizó.