La curiosa historia de los tulipanes que costaron lo mismo que una casa en el siglo XVII

Descubre cómo los tulipanes desataron la primera burbuja especulativa de la historia.
Descubre cómo los tulipanes desataron la primera burbuja especulativa de la historia.

La tulipomanía, primera burbuja especulativa del siglo XVII, revela los peligros de la especulación financiera y su impacto en la historia de los Países Bajos.

En medio de la confusión que generó la entrega de tulipanes gratuitos en Santiago por parte de la embajada de los Países Bajos, se evoca la “Crisis de los Tulipanes”, conocida también como tulipomanía, que es considerada la primera burbuja especulativa documentada en la historia. Este fenómeno tuvo lugar en los Países Bajos durante la primera mitad del siglo XVII y se utiliza frecuentemente como un ejemplo de los riesgos asociados a la especulación financiera. Además, ha sido referenciado en comparación con fenómenos contemporáneos, como el auge de las criptomonedas.

Durante las décadas de 1620 y 1630, los tulipanes se transformaron en un símbolo de estatus y moda en los Países Bajos, según una investigación realizada por la BBC. A medida que su popularidad crecía, también lo hacía su valor en el mercado. Algunos bulbos, como el Semper Augustus, llegaron a alcanzar precios de hasta 10.000 florines, una cantidad que podía equipararse al costo de una vivienda lujosa en Ámsterdam o al sustento de una familia holandesa durante varios años. Mike Dash, autor del libro “Tulipomanía: La historia de la flor más codiciada del mundo”, señala que este fenómeno refleja el nivel extremo de especulación que se vivía en esa época.

No obstante, la interpretación de la tulipomanía como una crisis financiera no es unánime entre los historiadores. La profesora Anne Goldgar, especialista en historia europea temprana, argumenta que la burbuja no tuvo el impacto devastador que muchos suponen. Según Goldgar, el número de personas que realmente invirtieron grandes sumas en tulipanes fue limitado, y no se han documentado casos de individuos que se declararan en bancarrota o que se suicidaran a causa de la caída de los precios, un mito que ha perdurado a lo largo del tiempo. Goldgar también sostiene que el fenómeno estuvo más relacionado con factores culturales y estéticos que con una fiebre especulativa genuina. Los tulipanes, que eran originarios del Imperio Otomano, representaban una novedad en los Países Bajos, y su capacidad para cambiar de color los convirtió en un objeto de deseo para coleccionistas y personas adineradas.

El colapso de la burbuja se produjo en 1636, cuando los precios de los tulipanes alcanzaron su punto máximo y luego se desplomaron de manera abrupta en febrero de 1637. Este desplome fue provocado por el temor a una sobredemanda insostenible en el mercado. A pesar de la caída repentina de los precios, las repercusiones económicas para los Países Bajos fueron mínimas. Goldgar sostiene que la tulipomanía no tuvo un efecto grave en la economía de la región, lo que contradice algunas narrativas históricas que sugieren lo contrario.

La notoriedad de la tulipomanía se debe en parte a los relatos del historiador escocés del siglo XIX, Charles Mackay, quien popularizó la historia con un enfoque sensacionalista. Aunque su obra no fue considerada rigurosa, las vívidas crónicas de Mackay sobre el tema han perdurado en el tiempo, alimentando la percepción de que la tulipomanía fue una crisis mucho más significativa de lo que realmente fue.