Un reciente hallazgo paleontológico en la Patagonia argentina ha revelado fósiles de un antiguo renacuajo que vivió hace aproximadamente 161 millones de años, durante el Período Triásico Superior. Este descubrimiento, que se encuentra en un estado de conservación excepcional, proporciona información valiosa sobre la evolución de los anuros, un grupo de anfibios que incluye ranas y sapos modernos.
Descubrimiento de Notobatrachus degiustoi
Los restos fósiles pertenecen a una especie que los investigadores consideran un ancestro de la rana criolla, que actualmente se puede encontrar desde las provincias de Misiones hasta Río Negro, así como del sapo jardín. En la actualidad, existen alrededor de 4200 especies vivientes de anuros. Este hallazgo fue publicado en la revista Nature y fue el resultado de la colaboración entre instituciones científicas de Argentina, Reino Unido y China.
Contexto del hallazgo
El descubrimiento se realizó en el año 2020 en la Formación Matilde, ubicada en la provincia de Santa Cruz. Los paleontólogos que trabajaban en la búsqueda de dinosaurios en la región se encontraron con este fósil inesperado. Al llevarlo al laboratorio, se dieron cuenta de que se trataba de un anuro, lo que llevó a la convocatoria de expertos en este tipo de animales para realizar un análisis más profundo. La bióloga Mariana Chuliver, quien trabaja en la Universidad Maimónides y en la Fundación Historia Natural “Félix Azara” en Buenos Aires, es la primera autora del estudio y destacó que “es una noticia de gran relevancia“.
Características del fósil
El fósil de Notobatrachus degiustoi presenta una notable conservación, donde se pueden observar la cabeza, la mayor parte del cuerpo, los ojos y los nervios de las extremidades anteriores. Esto sugiere que el ejemplar se encontraba en las últimas etapas de su metamorfosis. La investigación indica que este renacuajo coexistió con dinosaurios, pequeños mamíferos y plantas acuáticas en un clima tropical.
Implicaciones del hallazgo
El doctor Federico Agnolín, uno de los investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” y del CONICET, comentó que “desde que se conoce la zona, siempre aparecían ejemplares de anuros, pero nunca se había documentado un fósil de este tipo antes del Cretácico“. Este descubrimiento permite a los científicos entender mejor la evolución de los sapos actuales, que pertenecen al grupo de los anuros, los cuales tienen un ciclo de vida que incluye dos etapas: una larva acuática que vive en el agua y una forma adulta que emerge tras la metamorfosis.
Colaboración internacional y financiamiento
El estudio fue realizado por un equipo de investigadores que incluye a Fernando Novas, Agustín Scanferla, Martín Ezcurra de Birmingham, Reino Unido, y Xing Xu del Instituto de Paleontología Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China. La investigación recibió subsidios de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica en 2020, así como del Programa de Apoyo a Talentos y de la Revitalización de Yunnan. Los investigadores utilizaron las instalaciones de CITEDEF y recursos computacionales de Córdoba para llevar a cabo su trabajo.
El hallazgo de Notobatrachus degiustoi no solo enriquece el conocimiento sobre la diversidad de los anuros en el pasado, sino que también plantea preguntas sobre la evolución de estos anfibios a lo largo de millones de años. La investigación continúa, y los científicos están ansiosos por descubrir más sobre la historia de estos antiguos habitantes de la Tierra.