Los Hadza: un pueblo ancestral que desafía la modernidad con su vida de caza y recolección

Los Hadza: una cultura que desafía el tiempo con caza y recolección.
Los Hadza: una cultura que desafía el tiempo con caza y recolección.

Un legado ancestral que desafía la modernidad y preserva tradiciones milenarias.

En una remota región de África, se encuentra uno de los últimos pueblos que subsiste exclusivamente de la caza y la recolección. Esta etnia ancestral, que data de hace más de 40.000 años, ha mantenido a lo largo de la historia un estilo de vida que desafía el avance constante de la civilización y la urbanización. La tribu de los Hadza se ha convertido en una de las más intrigantes del mundo, y su notable legado se basa en su cultura y en las técnicas que emplean para obtener sus alimentos, así como en su profunda conexión con la naturaleza y la sabiduría que se oculta tras sus tradiciones, lo que les ha permitido sobrevivir durante generaciones en un estado casi primitivo.

En la actualidad, en el año 2024, en las cercanías del lago Eyasi, al norte de Tanzania, habita una de las últimas tribus de cazadores-recolectores del planeta: los Hadza. Este antiguo pueblo vive en total libertad, sin reglas que seguir ni horarios que cumplir, ya que carece de un calendario, religión o cualquier organismo que regule la justicia o la toma de decisiones. Su población no supera los 1.000 miembros, y cada día representa una nueva aventura. Los Hadza dependen exclusivamente de lo que la tierra les ofrece, desde semillas y frutas de temporada hasta animales salvajes. Uno de los aspectos más fascinantes de esta tribu nómada es su extenso conocimiento del ecosistema circundante, que les permite identificar cientos de plantas y sus propiedades, así como rastrear huellas de mamíferos con una precisión notable.

Los ritos culturales de los Hadza están intrínsecamente relacionados con su entorno, realizando ceremonias para agradecer a la naturaleza por los recursos que les proporciona. Su idioma, que incluye sonidos poco comunes que se asemejan a los de los animales, refleja la conexión de los Hadza con su entorno, permitiéndoles vivir en armonía con la naturaleza. Esta etnia africana no utiliza moneda ni comercio, lo que ha llevado a que su capacidad para cazar y recolectar alimentos sea objeto de estudio para numerosos investigadores que, año tras año, visitan el lago Eyasi para observar y analizar el día a día de este pueblo, que no ha conocido conflictos bélicos ni enfermedades infecciosas, y que, según los antropólogos, siempre tiene hambre pero nunca muere de inanición.

La conexión de los Hadza con la naturaleza es notable. Muchas familias viven en cuevas y se organizan para salir a cazar desde temprano, utilizando herramientas que fabrican con materiales que encuentran en sus caminatas. Crean armas como lanzas a partir de huesos de mamíferos, arcos con tendones de jirafas y flechas envenenadas con veneno de serpiente. Mientras las mujeres recolectan bayas y frutos silvestres, los hombres se dedican a la caza de animales como gacelas, cebras y puercoespines. Investigadores de National Geographic han documentado que el talento de los Hadza para rastrear alimentos es tan impresionante que incluso los niños de cuatro años son capaces de encontrar sustento en lugares que son difíciles de detectar para la mirada occidental.

Un Hadza planteó una pregunta a un agricultor cercano que acompañaba a los periodistas británicos: “¿Por qué pasan días enteros en un campo y esperan semanas o meses por comida cuando se pueden tomar bayas de los arbustos, encontrar suficiente miel para comer hasta hartarse o pasar una hora dentro de la guarida de puercoespín y alimentar a todo un campamento?” Esta pregunta ilustra la perspectiva única de los Hadza sobre la obtención de alimentos.

Otro aspecto notable de esta sociedad es su enfoque en la solidaridad. Al no tener una estructura jerárquica ni liderazgos, los Hadza se obligan a compartir equitativamente lo que cazan o recolectan, incluso con los perros que los acompañan en sus jornadas de caza.

Un estudio realizado por el Human Food Project y publicado en la revista Science en 2017, analizó cómo una dieta basada en productos de temporada puede enriquecer y beneficiar el microbioma intestinal de un individuo, tomando como ejemplo a los Hadza. Este estudio destacó que su flora intestinal es comparable a la de los Yanomami, una etnia indígena de Venezuela, considerada una de las más ricas del mundo en términos de microbioma.

La dieta de los Hadza ha atraído la atención de médicos y microbiólogos, lo que llevó a un grupo de investigadores a recolectar muestras de heces de más de 300 personas de esta tribu durante más de un año. Los resultados revelaron que su microbioma es un 30% más diverso que el de las poblaciones occidentales y que varía según los alimentos disponibles en cada estación.

El estudio, dirigido por Jeff Leach, subrayó la buena salud de los Hadza, quienes rara vez consumen antibióticos o alimentos procesados. Esto se atribuye a su alta exposición a diversos microorganismos. En el ámbito médico, existe un creciente consenso sobre la importancia de los microbios para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, y se ha observado que una mayor diversidad en los microbiomas puede reducir el riesgo de enfermedades. En el caso de los Hadza, los investigadores sostuvieron que, además de su contacto positivo con microbios, los cambios en su flora intestinal también se deben a las variaciones climáticas. Durante el verano, cuando los bosques africanos se secan, los Hadza tienden a consumir más carne, junto con frutos de temporada y tubérculos, mientras que en épocas de humedad, su dieta incluye más bayas y miel.

La confianza en la investigación fue tal que el propio autor del estudio se sometió a un estilo de vida similar al de los Hadza durante varios meses, incluso realizando un trasplante fecal para comprobar si su microbioma intestinal comenzaba a asemejarse al de esta tribu. Aunque los resultados se han mantenido en privado, el estudio concluyó que existen problemas de salud que pueden surgir debido a que los organismos occidentales no están adaptados a los microbiomas asociados a las costumbres dietéticas modernas.

A pesar de ser una sociedad que parece detenida en el tiempo, los Hadza enfrentan el riesgo de extinción. Este peligro no proviene de su alimentación o estilo de vida, sino de los constantes cambios en su hábitat debido a la intervención humana. Los agricultores foráneos han expandido sus terrenos, ocupando parte de las tierras de esta tribu, acompañados de pastores y ganado que han desplazado a más de 30 especies de mamíferos, que han sido su fuente principal de alimento durante milenios. Además, la deforestación ha llevado a la eliminación de más de 150 hectáreas de bosque al año en la última década, lo que genera preocupación sobre la supervivencia de los Hadza.

La historia de los Hadza resalta la importancia de preservar no solo un modo de vida, sino también un conocimiento ancestral que podría ser crucial en la lucha contra la crisis ambiental que enfrenta el planeta.