
Escuchar una melodía pegajosa puede llevar a que se repita en nuestra mente durante todo el día, fenómeno conocido como “gusanos musicales”. Estos fragmentos de música, también denominados earworms en inglés, son melodías que se quedan atrapadas en nuestra memoria sin que lo decidamos. La pregunta que surge es: ¿por qué sucede esto?
Definición de los gusanos musicales
Los especialistas se refieren a estos fenómenos como imagen musical involuntaria (INMI, por sus siglas en inglés). Se trata de recuerdos que pueden ser activados por diversos factores, que incluyen un estado de ánimo particular, un pensamiento específico o incluso un simple estímulo externo. En muchas ocasiones, no es necesario comprender la letra de una canción para que esta se instale en nuestra mente.
Cuando la mente no está ocupada con tareas activas, entra en un estado automático que permite procesar recuerdos. Es en estos momentos de inactividad mental cuando las melodías pegajosas encuentran la oportunidad de repetirse en nuestra conciencia.
La conexión emocional con la música
Las canciones que se convierten en “gusanos musicales” suelen estar asociadas a emociones intensas. Según Philip Beaman, profesor de Psicología Experimental en la Universidad de Reading, Reino Unido, “o la amamos y cantamos con ella, o la odiamos e intentamos que se vaya. Pero, en ambos casos, terminamos manteniéndola en la mente”.
El cerebro humano tiende a retener estos fragmentos musicales porque funcionan como secuencias que se desarrollan con el tiempo, a diferencia de otros recuerdos que son más estáticos, como una imagen. Por lo tanto, cuando recordamos una canción, la reproducimos mentalmente, lo que activa la corteza auditiva, la región del cerebro responsable de procesar los sonidos.
Este fenómeno de los “gusanos musicales” es un área de interés en la psicología y la neurociencia, ya que revela cómo la música puede influir en nuestras emociones y en nuestra memoria de manera involuntaria.