Cuando los independientes (muchos de ellos agrupados en La Lista del Pueblo) postularon -y arrasaron- en las elecciones para la Convención Constituyente, el discurso asociado a sus candidaturas podría resumirse en que ellos representaban a la gente “de verdad”, no a la élite.
A esa “gente de verdad” se le atribuyeron virtudes basadas más en el beneficio de la duda que en la experiencia comparada. O sea, ya todos sabíamos que un sinnúmero de parlamentarios y políticos “tradicionales” en general no nos daban confianza. Todo lo que viniera de los partidos políticos de siempre lo asociábamos con la corrupción y con otra serie de cosas lejanas a la buena intención. Gente mala. No como nosotros.
Entre las personas que tenían la “virtud” de ser “más como uno y menos como ellos” está Rodrigo Rojas, el “Pelao” Vade.
¿Vade retrum? No, hermano: Vade mecum
Al “Pelao” Vade lo pillaron en una mentira muy grande. De inmediato reconoció su error y se expresó con la vergüenza digna del que da la cara. Las razones que dio para vivir en la mentira por tanto tiempo no son las de un sociópata maquiavélico.
Si hizo colectas y actividades similares para tratamientos falsos, tendrá que responder y devolver el dinero. Eso va de la mano con la vergüenza digna. Como no puede renunciar -por ley- a su puesto en la Convención Constituyente, tendrá los recursos para hacerlo.
Su mentira fue grave, fue dañina para el espíritu y las convicciones de mucha gente, fue perjudicial para la propia Convención.
Pero fue.
El “Pelao” Vade fue un mentiroso. Su mentira no mató a nadie más que a su propia imagen. Nadie salió tan dañado como él mismo. Y luego de vivir años con la carga de ser un mentiroso, por fin podrá andar con el aura serena del héroe que fue capaz de dinamitar su propia estatua (aunque fuera casi obligado).
¿Cuántos mentirosos no han dejado de serlo y sus mentiras han matado a miles? Las mentiras sobre el cierre de las fronteras y la rigurosidad de los controles sanitarios en el aeropuerto, ¿a cuánta gente han matado? ¿A cuánta dejaron sumida en la pobreza?
¿Dejaron de mentir Paris y Piñera ya? ¿Hizo Chile todo lo que estuvo a su alcance para prevenir las 40 mil muertes por Covid? ¿Cómo dice que dijo que fue lo del Banco de Talca? ¿Y lo de los casinos Enjoy?
Rodrigo Rojas Vade estuvo mal. Muy mal. Pero si pudo personificar a un enfermo de cáncer, es porque ha vivido de cerca lo que es esa enfermedad. Es porque padece otra enfermedad cruel. Y porque la valentía para ser uno mismo toma tiempo desarrollarla, sobre todo para los más discriminados.
A todos los que ya tiraron la primera piedra, les comparto dos reflexiones. Una es del profesor Marcelo Bielsa. La otra va a continuación del próximo subtítulo, un poco más abajo.
Alguna vez a Bielsa le preguntaron qué opinaba de esa gente que había aprovechado de robar televisores de los supermercados tras el terremoto y maremoto de 2010. El maestro contestó que había que ponerse en la situación de esas personas.
Y agregó que, estando en la situación de carencia de muchas de ellas, él probablemente también se habría robado una tele.
No sea facho: empatice con Rodrigo
A esta altura de la historia de la humanidad, el fascismo sigue siendo un concepto tan usado como poco definido. Muy pocos conocen su origen, y quizás ya no importa.
Por muchas interpretaciones que haya, asumo que, a nivel político, todos podemos acordar que el fascismo se basa, entre otras cosas, en imponerse por la fuerza. Nada de consensos ni gobierno de las mayorías con respeto de las minorías.
No importa quién seas, cuál sea tu historia de vida ni el por qué de tus valores y convicciones. Bajo un régimen fascista, usted hace lo que le dijeron los que mandan o no hace nada.
Lo anterior implica que, a nivel de filosofía de vida, un facho es aquel que está dispuesto a empatizar sólo con quienes tienen experiencias iguales a las suyas. Todos los demás valen callampa.
Usted no sea facho. Empatice con Rodrigo. Sí, fue un mentiroso. Es un mentiroso, si usted quiere.
Pero es un mentiroso de los nuestros. De los que cuando mentimos no robamos cientos de millones. Ni matamos a nadie…