“El juicio a los siete de Chicago”: historia fascista en Estados Unidos

El filme escrito y dirigido por Aaron Sorkin aborda un bullado caso judicial norteamericano, donde la persecución a las ideas por parte del Estado, y su maquinaria judicial y de la policía federal, marca otro antecedente del estilo de hacer política de parte del país de las libertades.

“El juicio a los siete de Chicago” (2020) es una producción para Netflix, filme político de denuncia inspirado en un caso real. Originalmente Aaron Sorkin, responsable del guión y la dirección, escribió el libreto en 2007 para que lo realizara Steven Spielberg. Sin embargo, la huelga de guionistas de 2007 y problemas de presupuesto llevaron a que el cineasta de “ET” abandonara el proyecto.

El argumento tiene su inicio cronológico en agosto de 1968: Abbie Hoffman, Jerry Rubin, Tom Hayden, Rennie Davis, David Dillinger, Lee Weiner, John Froines y Bobby Sale hacen preparativos para protestar en la Convención Nacional Demócrata de Chicago. Cinco meses después, los ocho son arrestados y acusados por cruzar las fronteras estatales para conspirar en contra del Estado, incitando a la policía a disturbios durante la mencionada convención. John N. Mitchell, el Fiscal General, nombra a Tom Foran y Richard Shultz como fiscales, mientras que todos los acusados, excepto Sale, están representados por William Kunstler y Leonard Weinglass.

La película se inicia con imágenes documentales del entonces presidente de Estados Unidos Lyndon Johnson, quien en discursos televisados informa que se deberán aumentar los reclutamientos para combatir en la Guerra de Vietnam. Entonces se intercalan tomas de los protagonistas del filme, ironizando sobre la masacre que significa para el país seguir enviando jóvenes americanos a la muerte. En esa secuencia inicial, también aparecen imágenes documentales de Martin Luther King y Robert F. Kennedy, expresando sus voluntades pacifistas, así como sus homicidios.

En este preámbulo, se presentan a los ocho que serán posteriormente procesados: Abbie Hoffman y Jerry Rubin, dos hippies irreverentes que, empero, emplean estas tácticas para atraer la atención social en las protestas, como se evidencia avanzada la historia, y tienen mucho compromiso con la revolución cultural. De otro lado, Tom Hayden y sus compañeros, universitarios de movimientos de izquierda. Mucho mayor, padre de familia y de carácter conciliador, Dave Dillinger. Por último, Bobby Sale, un afroamericano militante del Partido Panteras Negras, quien sin embargo no cree en la vía violenta para conseguir sus ideales.

Todos comparten su deseo de protestar en la Convención Nacional Demócrata en Chicago por la política del presidente Johnson respecto de la Guerra de Vietnam. Luego la acción avanza hasta la entrevista de los fiscales Foran y Shultz como Mitchell, Fiscal General, cinco meses después de la Convención. La película revela al espectador las reales intenciones del juicio que se llevará a cabo contra los manifestantes, una persecución de Mitchell contra los que considera vagos revoltosos de izquierda y él mismo informa a los fiscales que el gobierno de Richard Nixon, recién electo, pretende que esta escoria pase al menos 10 años en prisión.

Mediante un guión muy inteligente, con acertada creación de personajes, sensible y estructurado sobre la base del juicio, con raccontos a los hechos de protesta y sangre que sucedieron en la Convención Nacional Demócrata- así como las prácticas poco éticas por parte de la alcaldía de Chicago y del FBI-, y escenas que suceden fuera del Palacio de Tribunales, Aaron Sorkin construye una eficiente película de denuncia sobre este caso de fascismo y vulneración de derechos civiles, sociales y judiciales en Estados Unidos.

Pero no se trata de un filme de denuncia y crítica social duro y difícil de metabolizar. Si bien hay momentos dramáticos y tristes, ingredientes que deben estar, también hay mucha ironía y humor, principalmente de parte de los personajes del abogado defensor William Kunstler y los atípicos, pero inteligentes, manifestantes Abby Hoffman y Jerry Rubin.

La fotografía es muy bien lograda, tanto para dar ambiente de época de los agitados años 60 en Norteamérica como para imprimir dramatismo a las escenas que lo ameritan. Asimismo, la dirección de Sorkin es sensible y efectiva, para lo cual también colabora el montaje que otorga buen ritmo a las escenas de la película.

El cine social y político de Estados Unidos, durante los 70, se caracterizó por ser una dura denuncia al sistema, en un país que por principios se define como contrario a la izquierda política. Sin embargo, tanto ciertas producciones de Hollywood como independientes escapan a la maquinaria de propaganda política de la Industria del Entretenimiento.

“El juicio a los siete de Chicago” se convierte en una obra cinematográfica más a la lista de este tipo de cine, pero con un temple anímico más liviano, mas no por ello menos profundo, y es una muy bien lograda película que revisa lo más vergonzoso y oscuro de la historia americana.

Disponible en Netflix.


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