El corredor bioceánico que conecta Argentina y Chile ha cobrado relevancia en la agenda pública del país vecino debido a una serie de accidentes fatales y heridos, en su mayoría provocados por la imprudencia al volante y el deterioro de la ruta en el lado argentino. Los conductores, tanto de camiones como de buses y vehículos particulares, se encuentran cada vez más apurados por cruzar Los Libertadores y llegar a Chile, anticipando un verano que podría atraer a más de 250.000 argentinos, lo que representa un incremento del 10% en comparación con la temporada anterior, según estimaciones del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur).
En la primera quincena de diciembre, se registraron cuatro muertes en la ruta nacional 7 (Argentina) y su continuación, la 60 (Chile). Uno de los incidentes más notorios ocurrió el 3 de diciembre en la cuesta de los Caracoles, donde un camión volcó, chocó de frente y provocó que un vehículo argentino cayera por un barranco de aproximadamente 120 metros. Este accidente resultó en tres muertes y un herido grave. Cuatro días después, otro camión volcó en la ruta 7 en Mendoza, entre los túneles 7 y 8, impactando a un automóvil que transportaba a dos adultos y tres menores. El conductor del camión, de nacionalidad argentina, falleció en el acto. El tránsito se interrumpió durante casi un día debido a las complicaciones para remover el vehículo de gran tamaño.
En otros dos incidentes, un camión que transportaba gas licuado volcó en los Caracoles el 14 de diciembre, aunque no se reportaron heridos. Al día siguiente, un conductor chileno se volvió viral en Argentina por sobrepasar la doble línea amarilla y circular por la banquina en sentido contrario para evitar un choque. Su infracción fue ampliamente compartida en redes sociales, al igual que otros videos de incidentes similares.
Actualmente, se estima que cuatro de cada diez turistas extranjeros que llegan a Chile son argentinos. En noviembre, de los 208.309 argentinos que ingresaron al país, 89.731 lo hicieron a través del paso Cristo Redentor-Los Libertadores, lo que representa el 43% del total, según datos del Sernatur.
Ante la falta de obras del Estado nacional, liderado por Javier Milei, que planea concesionar a privados los arreglos de la ruta 7 y establecer peajes en 2025, el gobierno de la provincia de Mendoza ha coordinado medidas a corto plazo. Estas incluyen la retención de automovilistas en las zonas de Penitentes y Polvaredas en caso de alta congestión en Los Libertadores, el seguimiento de vehículos mediante cámaras y drones, y controles exhaustivos sobre el peso permitido para los transportes de carga.
BioBioChile conversó con Héctor “Buddy” Roitman, experto en Seguridad Vial y presidente de la Asociación de Peritos Judiciales y del Consejo Profesional de Ingenieros y Geólogos de Mendoza, quien proporcionó un análisis sobre las múltiples causas que han llevado a la ruta más importante del continente a un punto crítico.
Ruta internacional en Argentina: mal estado, conductores temerarios y densidad vehicular
Se estima que diariamente circulan por la ruta nacional 7 (Argentina) y la 60 (Chile) alrededor de 1.000 camiones, 40 buses y aproximadamente 1.300 vehículos particulares. En el lado argentino, los conductores deben atravesar 10 túneles y varios sectores considerados “peligrosos”. Entre estos se encuentran Agua de las Avispas, la curva de Guido (km 1.115), la curva del túnel 12 (km 1.187), la curva de la Mirian (km 1.194), la curva del Arroyo Negro (km 1.194), la curva del Yeso (km 1.224, donde un micro de Turbus volcó en 2017 con un saldo de 19 muertos) y la curva de la Soberanía (km. 1.228, la última antes del túnel Cristo Redentor).
Una vez superada la congestión en Los Libertadores, donde en días hábiles se registran más de tres horas de espera debido a las largas filas, los conductores se enfrentan a las 29 curvas de los Caracoles chilenos, donde deben descender de 3.200 metros sobre el nivel del mar a 800.
Este año, el camino hacia Chile ha experimentado un flujo de tránsito sin precedentes, caracterizado por tres aspectos: el aumento del transporte de carga, los populares tours de compras (sospechosos de contrabando y falta de controles) y la llegada de nuevos turistas de Córdoba y Buenos Aires, atraídos por los precios bajos en malls y outlets.
Héctor “Buddy” Roitman explicó que “a la deficiencia de la ruta se suma que cuando tienes distintas velocidades e intereses de circulación, se producen adelantamientos y ritmos diferentes. Hay una densidad de tránsito impresionante. La accidentalidad es multicausal”.
El experto también destacó que “la densidad se convierte en un problema. Como en un gas, las moléculas están muy separadas unas de otras. Cuando se comprimen, se calientan y aumenta la posibilidad de colisiones. En esta ruta de montaña, sin tramos de sobrepaso y con diferentes ritmos, todo puede terminar en un choque frontal”.
Además del mal estado de la ruta, que ha sido descuidada por el Estado y carece de inversión, Roitman identificó cuatro factores principales que explican por qué el corredor Argentina-Chile se ha convertido en un escenario propenso a tragedias.
En primer lugar, mencionó que la densidad actual de la ruta es mayor a la que tenía en el momento de su construcción. “Hay un enorme tránsito en este momento, con filas de cinco kilómetros en la Aduana. Si se atribuye la culpa únicamente a los camioneros o a la falta de controles, se estará analizando el fenómeno a nivel individual, lo que llevará a soluciones incompletas”, afirmó Roitman.
En segundo lugar, el experto señaló la falta de carriles de sobrepaso en el lado argentino de la ruta, considerando su estrechez y las constantes curvas. Apenas existen tramos con sobrepaso habilitado cerca de Potrerillos, una localidad turística a 70 kilómetros de la ciudad de Mendoza.
“No tenemos ese tipo de solución en los tramos donde hay 20 o 30 kilómetros seguidos de doble línea amarilla donde no se puede adelantar. Hay una mezcla de velocidades e intereses: turistas, quienes nunca han manejado en la montaña, quienes miran el Aconcagua, el viajero del tour de compras que quiere llegar temprano y regresar la misma noche, y los camiones con sobrecarga. No hay tramos donde se puedan descargar esas velocidades”, explicó Roitman, quien también sugirió como solución el establecimiento de días u horarios diferenciados exclusivamente para el transporte de carga.
Un tercer problema que mencionó es la falta de controles por parte de las autoridades chilenas. “Es necesario que la gente sienta que está siendo observada. Con la digitalización y más cámaras, se puede monitorear la ruta desde un centro de control. Identificar las curvas y tramos peligrosos, utilizar lectores de patentes y actuar en consecuencia”, indicó.
Finalmente, Roitman destacó la menor conciencia de los camioneros novatos. “Las exigencias para obtener una licencia de conducir son mínimas. Un camionero experimentado me decía que para 20.000 kg de carga, sufrías en la subida porque al motor lo exigías al máximo y tenías plena conciencia de lo que llevabas. Hoy, los conductores manejan el camión como si fuera un auto, sin sentir la carga. El problema no es acelerar, sino frenar con esa carga. Los conductores más jóvenes carecen de la experiencia necesaria para controlar el vehículo en situaciones de emergencia”, agregó Roitman, quien también subrayó la importancia de la relación peso-potencia, que el gobierno de Mendoza busca priorizar mediante el uso de una báscula, un control habitual en otras rutas.
En cuanto a la comparación entre los conductores chilenos y argentinos, Roitman afirmó que “en Chile hay muchos más controles. Los chilenos, por ejemplo, tienen mucho más claro que nosotros frenar ante el disco ‘Pare’. Nosotros tenemos discos ‘Pare’ despintados. También hay una falta de educación vial. En general, el chileno ve el cartel y se detiene, no lo piensa tanto como el argentino”.