El coaching de liderazgo se presenta como un proceso de acompañamiento diseñado para asistir a individuos o equipos, particularmente a altos directivos, en la búsqueda de alcanzar su mejor versión. Los coaches suelen trabajar con CEOs que enfrentan problemas comunes, tales como dificultades en la delegación y en la comunicación. Su enfoque se centra en proporcionar herramientas que fomenten la autoobservación y faciliten el camino hacia el cambio de hábitos. En este contexto, surgen preguntas como: ¿es posible encontrar un punto de equilibrio? ¿Qué habilidades blandas son más valoradas actualmente por las empresas?
En un episodio del La Fórmula Podcast, Diego Kerner, coach ejecutivo especializado en alta dirección y equipos directivos, menciona seis marcadores que indican el grado de bienestar de una persona. Estos marcadores son: el bienestar físico, la regulación emocional, el método RAIN, la práctica contemplativa, la fortaleza mental y la gestión de la energía. Kerner es reconocido por su trabajo con líderes de grupos ejecutivos y es director académico de dos programas ejecutivos en la Universidad Di Tella, los cuales están enfocados en la productividad. Su exitosa carrera en el mundo corporativo lo llevó a vivir en Inglaterra, donde se desempeñó como gerente de marketing global y se convirtió en miembro del directorio regional de Cadbury Adams. Además, es autor del libro Lunes Felices: 7 pasos hacia una vida auténtica.
Kerner define el liderazgo como el proceso de acompañar a alguien en un equipo para que logre su mejor versión. En sus sesiones, él utiliza un enfoque reflexivo, donde se presenta un “espejo” al cliente, ayudándole a ver sus patrones de conducta y cómo se relaciona con los demás. En la actualidad, se observa que las organizaciones valoran cada vez más la asertividad en lugar de la agresividad, aunque históricamente se premiaban los resultados sin considerar el proceso. Kerner señala que, aunque un líder pueda haber sido ascendido por generar resultados, es crucial que reconozca la necesidad de cambiar sus modos de operación.
El primer paso en este proceso es la autoobservación, seguido por el entrenamiento de nuevos hábitos. Kerner explica que esto puede parecer sencillo, pero requiere un trabajo profundo en la relación que uno tiene consigo mismo. Existen numerosos estudios que demuestran que la calidad de la relación que una persona tiene con su diálogo interno es fundamental para su bienestar. En cuanto al bienestar físico, Kerner menciona la importancia de la salud general, los chequeos médicos y las estrategias de descanso y recuperación, dado que se ha observado un déficit de sueño significativo desde la década de 1970, lo que afecta la cognición y el estado emocional de las personas.
Las artes contemplativas, que incluyen cualquier tipo de meditación, son también un aspecto importante del bienestar. Kerner indica que mantener una práctica de meditación sostenida durante al menos tres meses, con un mínimo de 12 minutos diarios, puede generar un impacto positivo en el cerebro. La capacidad de identificar y gestionar pensamientos negativos, como el victimismo o la queja, es un proceso que requiere entrenamiento. A través de la práctica de la meditación, se puede aprender a tomar perspectiva y reencuadrar situaciones difíciles, lo que contribuye a una mayor estabilidad emocional.
En relación a la regulación emocional, Kerner menciona que es esencial conocer las propias creencias y emociones predominantes, ya que muchas veces los estados de ánimo son influenciados por patrones aprendidos desde la infancia. Cita al psiquiatra Jonathan Haidt, quien afirma que “el 50% de nuestra predisposición es optimista y el 50% es pesimista”, lo que sugiere que es importante calibrar nuestras emociones y tener una relación real con nuestras sensaciones.
El método RAIN, desarrollado por la psicóloga y maestra budista Tara Brach, es una herramienta que se utiliza para manejar emociones intensas. Este método implica cuatro pasos: reconocer la emoción, aceptarla, investigar su origen y nutrirse a uno mismo. Kerner enfatiza que muchas personas son analfabetas emocionales y que es crucial aprender a identificar y trabajar con las emociones, en lugar de reprimirlas.
En cuanto a las habilidades de liderazgo que son valoradas en la actualidad, Kerner señala que el contexto ha cambiado drásticamente desde principios del siglo pasado, cuando predominaban modelos de liderazgo autocráticos y pragmáticos. Hoy en día, en un entorno caótico y complejo, se requieren líderes que sean creativos, resilientes y compasivos. La empatía y la capacidad de escuchar son cualidades esenciales para los líderes modernos, quienes deben ser capaces de adaptarse rápidamente a los cambios y mantener un ambiente de respeto y dignidad en sus equipos.
Un estudio realizado por Google, conocido como “Proyecto Aristóteles”, identificó que la confianza es un impulsor clave en la efectividad de los equipos. La heterogeneidad y la capacidad de los miembros del equipo para expresar ideas y reconocer errores son fundamentales para fomentar un ambiente colaborativo. Kerner destaca que, en un contexto donde las organizaciones están en constante competencia, la colaboración se vuelve esencial para el éxito de los proyectos.
Finalmente, Kerner menciona que el estrés puede ser perjudicial para el rendimiento humano, y cita al psicólogo Mihály Csíkszentmihályi, conocido por su trabajo sobre el estado de flow, quien indica que el rendimiento humano puede verse afectado negativamente por el estrés crónico. La percepción de los desafíos en relación con los recursos disponibles es crucial para evitar el burnout y mantener un rendimiento óptimo. En este sentido, Kerner invita a los oyentes a reflexionar sobre la importancia de la actividad física y la meditación para mejorar la lucidez y la capacidad de tomar decisiones en un entorno laboral exigente.