La creación de nuevas palabras durante la pandemia ha revelado interesantes patrones lingüísticos y cognitivos entre los hablantes de español. Un estudio reciente se centró en cómo los hablantes nativos de español nombraron seis objetos innovadores surgidos en el contexto de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19. Estos objetos incluyen una bicicleta estática que funciona como mesa de trabajo, mamparas transparentes que cuelgan del techo en restaurantes para proteger a los comensales, un gancho de metal para apretar botones sin contacto directo, una pulsera dispensadora de gel hidroalcohólico, una pegatina especial para enganchar mascarillas en un lugar distinto de la oreja, y unos zapatos de punta larga que evitan el acercamiento entre personas.
El objetivo del estudio fue recopilar los nombres que los participantes asignaron a estos artilugios. Para ello, se presentaron imágenes de los objetos a casi 150 hablantes nativos de español. Posteriormente, los nombres fueron clasificados según dos criterios: la estructura formal adoptada por las palabras y la relación entre las clasificaciones. En cuanto a la estructura, se observó que los participantes preferían diferentes enfoques para nombrar los objetos. Algunos optaron por componer nuevas palabras a partir de otras existentes, como “evita-pomo” o “aguanta-mascarillas”, mientras que otros derivaron de términos ya existentes, como “higienizador” o “lamparote”. También se crearon sintagmas descriptivos, como “burbuja-comedor” o “mascarilla antitirón orejas”, e incluso se tomaron prestadas palabras de otras lenguas, como “bikeoffice” y “go”.
Además, se exploraron el uso de metáforas y metonimias en la creación de nuevos nombres. Por ejemplo, se observó que los participantes tendían a utilizar metáforas para establecer comparaciones, como en el caso de “burbuja restaurante” para designar una mampara protectora. Por otro lado, la metonimia se utilizó para destacar un rasgo significativo, como en “cuelgaorejas”, que se refiere a un dispositivo que se añade a las mascarillas.
El estudio también analizó la relación entre las clasificaciones de los nombres y la forma en que los participantes intentaron comprender y nombrar los objetos. Se sospechaba que existía una conexión entre la forma en que se nombraban los objetos y la familiaridad que los hablantes tenían con ellos. Los resultados confirmaron esta hipótesis, ya que los participantes tendían a utilizar nombres existentes que les resultaban familiares, como “sujetador mascarillas”, mientras que también creaban nuevos términos, como “abridoor”, un artilugio diseñado para abrir puertas sin tocarlas.
En el análisis de las palabras compuestas, se encontró que los términos como “pulseragel” y “salvaorejas” tendían a ser específicos en su operación cognitiva, mientras que otros como “abrepuertas” y “gelmóvil” hacían referencia a la función o contenido de los objetos. Se observó que los participantes utilizaban grupos de palabras breves y buscaban analogías para explorar similitudes entre lo conocido y lo desconocido, como en el caso de “mampara social” o “campana anticontagio”.
Un hallazgo interesante del estudio fue que no se encontró una diferencia significativa en las estrategias de creación de palabras entre diferentes grupos de edad. Tradicionalmente, se pensaba que los hablantes mayores eran más cautelosos y conservadores en sus usos lingüísticos, mientras que los jóvenes eran más propensos a proponer términos creativos. Sin embargo, los resultados del estudio refutaron este prejuicio, mostrando que las estrategias adoptadas fueron similares en todas las franjas de edad. Esto sugiere que la pandemia pudo haber forzado a todos los hablantes a adaptarse y encontrar nuevas formas de comunicarse en un contexto de emergencia sanitaria.
Finalmente, el estudio reveló que los participantes eran capaces de generar términos innovadores como “cicloficina” para referirse a una oficina portátil, “hidromuñeca” para un dispensador de gel, y “zapatorrinco” para un zapato de seguridad. Estos hallazgos destacan la capacidad creativa de los hablantes de español para adaptarse a nuevas realidades y nombrar objetos que emergen en situaciones extraordinarias.