
La historia política de Argentina está marcada por la corrupción de sus líderes, un fenómeno que se ha repetido a lo largo de las décadas. Desde Carlos Menem y Cristina Fernández de Kirchner, quienes han enfrentado condenas sin cumplir sentencias, hasta Mauricio Macri, que ha sido procesado, y Alberto Fernández, que ha sido imputado, la lista de presidentes vinculados a escándalos es extensa. En este contexto, la figura de Arturo Umberto Illia, quien fue presidente entre 1963 y 1966, resalta por su honestidad y su compromiso con la democracia, a pesar de haber sido derrocado y fallecido en la pobreza.
Illia, conocido como “el médico del pueblo”, asumió la presidencia tras obtener el 25% de los votos en un contexto de polarización política. En su primera Asamblea Legislativa, afirmó: “La democracia argentina necesita perfeccionamiento, pero que quede bien establecido: perfeccionamiento no es sustitución totalitaria”. Su mandato estuvo marcado por la presión de los sectores políticos, sindicales y militares, que buscaban desestabilizar su gobierno. A pesar de los logros económicos, su administración se vio afectada por la creciente violencia y la inestabilidad política que caracterizaron a Argentina en esos años.
Los inicios de Arturo Illia
Arturo Umberto Illia nació el 4 de agosto de 1900 en Pergamino, Buenos Aires, en una familia de inmigrantes italianos. Desde joven mostró interés por la política, afiliándose a la Unión Cívica Radical a los 18 años, influenciado por la reforma universitaria y el liderazgo de Hipólito Yrigoyen. Su carrera médica lo llevó a ser conocido en su comunidad como “el médico del pueblo”, y su compromiso con la salud pública fue notable. En la década de 1920, Illia trabajó como médico del sector ferroviario en Cruz del Eje, Córdoba, donde se convirtió en un referente social.
Compromiso social y carrera política
Tras el golpe militar de 1930, Illia perdió su empleo, pero la comunidad lo convenció de quedarse como médico. En 1944, sus pacientes le regalaron una casa, que hoy es un museo. Su interés por la política lo llevó a ocupar diversos cargos, incluyendo senador provincial y diputado nacional. En 1963, tras un periodo de inestabilidad política, Illia fue elegido presidente, obteniendo el apoyo del Colegio Electoral.
Presidencia y políticas de Illia
La presidencia de Illia se desarrolló en un contexto de polarización política y social. Su gobierno se caracterizó por la defensa de los valores democráticos y la implementación de políticas sociales. A pesar de los buenos resultados económicos, la opinión pública se centraba en la creciente violencia y la polarización política. Illia promovió un proyecto de ley para establecer el salario mínimo y controló los precios de alimentos y medicamentos. También se destacó por incorporar al Código Penal la figura de enriquecimiento ilícito de los funcionarios.
Desafíos y derrocamiento
La personalidad tranquila de Illia fue interpretada como una debilidad en un contexto de creciente presión de los sindicatos y las Fuerzas Armadas. La campaña de desprestigio en su contra fue intensa, y finalmente, el 28 de junio de 1966, fue derrocado por la Revolución Argentina, liderada por el general Juan Carlos Onganía. La indiferencia de la ciudadanía ante su derrocamiento fue notable.
Retiro y legado de Illia
Tras su salida de la presidencia, Illia rechazó su jubilación de privilegio y regresó a Cruz del Eje, donde continuó su actividad médica y vivió modestamente. A pesar de su alejamiento de la política, se convirtió en un referente moral para muchos argentinos. Illia falleció el 18 de enero de 1983, a los 82 años, y su muerte fue un momento de reflexión sobre la democracia en Argentina.
En sus últimos años, su nieto, Juan Martín, destacó su legado, afirmando que “Don Arturo no fue un hombre pobre, sino uno que decidió no apegarse a lo material y puso en acción una virtud moral como es la austeridad”. Illia no llegó a ver el retorno definitivo de la democracia en 1983, un proceso que había anhelado durante toda su vida.