
El director de cine Nicolás López sigue en espera de su juicio oral por las terribles acusaciones de abuso y violación en su contra. A pesar de las peticiones de brevedad por parte de la defensa, el juicio se retrasará 6 meses más.
La amenaza de los años bajo presidio ha perseguido por cierto tiempo al cineasta que se mantiene en estado de acusado. Pero la justicia continúa sin ser ejercida en el caso y se hace esperar aún más.
Nueva fecha para el juicio
El tribunal postergó el juicio oral a realizarse en contra de Nicolás López para el día 7 del mes de marzo del próximo año. La abogada defensora, Paula Vial, había solicitado la mayor brevedad posible al fijar la fecha para ese juicio.
Pues, según la defensora, es una situación injusta que se ha prolongado cada vez más contra su cliente. En sus palabras “las falsas acusaciones afectan gravemente el honor de mi representado”.
Sin embargo, tal como destacó la misma Paula, el tribunal tiene en la actualidad poca disponibilidad. Por lo tanto, solo fue posible conseguir ese día en la agenda para después de pasados unos 6 meses.

Las acusaciones contra Nicolás López
López recibió cargos por ultraje, acoso sexual y violación en el año 2018. En total, van a cumplirse 3 años con 9 meses desde que iniciaron esas acusaciones. Todos ese tiempo sin ser condenado o absuelto por parte de las debidas autoridades.
Por esa razón hay quienes critican el sistema de justicia que existe. Por otra parte, Paula Vial ha cuestionado anteriormente la supuesta parafernalia mediática que rodea el caso.
¿Qué implica la pena pedida por la Fiscalía?
El fiscal que lleva el caso, Felipe Cembrano, declaró que López afectó a un total de 5 personas. Debido a la gravedad de los cargos que se le imputan, la fiscalía ha pedido que esté bajo presidio por 15 años. Esa cantidad de tiempo se divide de forma diferente acorde a la gravedad de los delitos de los que ha sido acusado.
Piden 10 años y 1 día por la violación, y 5 años y 1 día debido al abuso sexual. Mientras que solicitan 61 días por el ultraje ilícito a las buenas costumbres. Es decir, la práctica de imponer deseos sin consentimiento sobre otra persona de forma intempestiva y rápida.